Nuestro grupo de ex patriados ha ido incrementando. Una mañana que con Pamela hacĂamos fila para comprar nuestra tarjeta del tranvĂa se nos ha acercado un muchacho que nos escuchĂ³ hablando español. Su nombre es Jorge, tiene 30 años, es colombiano y estĂ¡ haciendo su maestrĂa en ElectrĂ³nica. Jorge nos ha presentado a Dino, un italiano que serĂ¡ su colega en la maestrĂa. Como finalmente me han cambiado a mi nuevo apartamento conocĂ a mis nuevas compañeras de cuarto por los prĂ³ximos meses: Esther, de origen alemĂ¡n que va a cursar unas cuantas clases de su Diplom en MatemĂ¡ticas en la universidad Bordeaux I y Adriana que es venezolana y va a empezar la primera parte de su maestrĂa en BiologĂa que va a cursar luego en Bilbao y South Hampton, en Inglaterra. Esther nos ha presentado a Stefi, otra alemana que va a llevar clases de Ciencias PolĂticas, tambiĂ©n de su Diplom. Y junto con Elsa, otra becaria argentina que es arqueĂ³loga, se completa lo que hasta ahora es un grupo de 11 personas que comemos y salimos juntos y pasamos pendientes los unos de los otros.
A veces el idioma es una barrera: muchos todavĂa no hablan bien francĂ©s porque sus doctorados no se lo exigen ya que todo lo deben hacer en inglĂ©s, Dino y las alemanas no hablan español, otros no hablan inglĂ©s y al final se tiene que hacer una mezcolanza y muchas traducciones cuando estamos reunidos pero al final nos terminamos entendiendo porque las entonaciones al hablar y el lenguaje corporal son unas maravillas.
El viernes compramos unas cuantas botellas de vino para que Mariam nos diera una introducciĂ³n a la enologĂa. Por mĂ¡s que olĂa y trataba de encontrar todos los sabores que ella distinguĂa era una misiĂ³n imposible para mĂ. Y yo que pensaba que tener una nariz grande tenĂa que servirme para algo. Entrada la noche se nos ocurriĂ³ que podĂamos ir a tomar frente a la Garonne, al parecer algo muy comĂºn que se hace por estos rumbos. Salimos con nuestra botella escondida en bolsas porque de donde venimos nadie estĂ¡ acostumbrado a pavonear sus vicios, pero habĂa muchĂsima gente bebiendo y fumando -cosas que no necesariamente eran tabaco-, en las plazas y frente al rĂo. El tranvĂa estaba repleto de jovencitos y tuvimos la desgracia de regresar en una cabina donde habĂa un tipo dormido al lado de lo que asumimos era su vĂ³mito. El sĂ¡bado por la mañana conocimos el mercado Saint-Michel, donde compramos platos y tazas muchĂsimo mĂ¡s baratos que en el supermercado. HabĂa muchĂsima ropa, zapatos, telas, frutas, verduras, algo de carnes y mariscos, pero por estar buscando a una parte del grupo que se extraviĂ³ no terminamos comprando nada comestible. De todas formas a estas alturas no estamos seguras si es mĂ¡s barato comprar cosas en el mercado o en el supermercado porque Esther nos ha contado que en Alemania ir a los mercados es mucho mĂ¡s caro porque las cosas son mĂ¡s frescas. Fuimos a un supermercado a comprar utensilios de cocina ya que nos han entregado el apartamento absolutamente vacĂo, sin un tan sĂ³lo cubierto, sartĂ©n o siquiera gancho de ropa. De paso compramos unas pastas y salsas y preparamos nuestro primer almuerzo oficial en el apartamento. La tarde la hemos pasado en un cafĂ© en la place de la Victoire, que es uno de los pocos lugares al aire libre que tiene internet inalĂ¡mbrico gratuito en la ciudad. Eso ha resultado una gran sorpresa ya que todos creĂamos que el internet iba a ser de esas cosas a las que todo mundo tendrĂa libre acceso en los paĂses desarrollados. Desgraciadamente todas las redes estĂ¡n protegidas e incluso en las residencias estudiantiles tenemos que pagar por lo menos 15 euros mensuales si es que nos queremos conectar allĂ. Para usar el internet en la universidad necesitamos estar inscritos y tener nuestras cuentas habilitadas como estudiantes, algo que no ha sido posible ya que hay algunos problemas de organizaciĂ³n con la gente de la beca que no se nos ha permitido matricularnos en las universidades. Trato de no comparar las cosas a cĂ³mo son en Honduras, especialmente los precios de las cosas pero cuando fui al cafĂ© se me hizo un poco difĂcil. Es cierto que los meseros son simpĂ¡ticos y ultra coquetos porque te escuchan hablando en español, pero sĂ³lo te sirven una tacita minĂºscula por el equivalente a 60 lps, asĂ que exprimimos ese wi-fi como pudimos.
En la noche fuimos a buscar a otro becario proveniente de Guatemala que nos escribiĂ³ un correo para conocernos. Nos citĂ³ en un bar llamado Calle Ocho, donde nos encontramos a otros compañeros. Cuando se me pasĂ³ el susto por pagar 4 euros por una cerveza Corona me puse a festejar con los demĂ¡s de mi grupo. Éramos los Ăºnicos que bailĂ¡bamos en ese lugar, me sorprendiĂ³ que la gente sĂ³lo se nos quedara viendo pero nadie se nos unĂa; era como estar en las fiestas a las que fui cuando tenĂa quince años y esperaba que algĂºn chavo te sacara a bailar. Bola de aburridos. Con el guatemalteco nadie congeniĂ³ mucho. CometiĂ³ el error capital de querer lucir lo que segĂºn Ă©l son amplios estudios en Ciencias polĂticas al dar opiniones sobre las situaciones polĂticas en Honduras, Venezuela y Bolivia y se encontrĂ³ del lado opuesto de todas las personas que estĂ¡bamos allĂ. Yo todavĂa me felicito por no haberle dicho nada ofensivo o por no haberle pegado con algo en la cabeza. (Si se fijan, el billete que estĂ¡ pegado en el estante… es de 100 lempiras!!) El domingo por la mañana aprovechamos la entrada gratuita al museo de las Aduanas, un concepto un poco extraño pero hay que recordar que Bordeaux es una ciudad a la orilla de un rĂo. El museo estaba algo pequeño y a veces sus objetos se sentĂan forzados, como los artefactos en los que se introducen artĂculos prohibidos o aquellos ilegales como animales exĂ³ticos disecados y artĂculos de lujo falsos. De igual forma, el museo no era necesariamente comprensible para aquellos que no manejamos a la perfecciĂ³n la historia de Francia. TenĂa buenos ejemplos de lo que no hay que hacer.
DespuĂ©s nos fuimos a hacer un pic-nic al JardĂn PĂºblico, un parque grandĂsimo donde mucha gente va a jugar con sus hijos o mascotas y donde se puede estar por horas echado en la grama. Creo que tengo que retomar el ejercicio lo mĂ¡s rĂ¡pido posible o muy pronto voy a sentir las secuelas de todos esos quesos y ese pan. Supongo que no es muy buena idea haber leĂdo “Eat pray love” antes de venir aquĂ.
QuĂ© me alegra leer todas estas historias!!! Veo que le ha sacado el jugo a la fotografĂa panorĂ¡mica :P Me siento tan tranquilo sabiendo que ya estĂ¡ mucho mejor! La adoro niña, cuĂdese mucho!
ReplyDeleteEstuve leyendo tus crĂ³nicas con mucho interĂ©s ¡Vaya que todo fue interesante! Me impactĂ³ lo que te pasĂ³ con el hotel y creo que a mĂ¡s de alguno le hubiera dado un soponcio en tales circunstancias.
ReplyDeleteDesde acĂ¡ te deseamos suerte y Ă©xitos.
¡QuĂ© pinta todo lo que has vivido Marce! :D
ReplyDeleteHasta hoy puedo ponerme al dĂa con tus posts. Lo que cuentas tiene muchas vicisitudes, pero sin duda es una super aventura. Keep it going!
ReplyDelete