A pesar que mis amigos europeos, especialmente alemanes, encuentran terrible el hecho que normalmente no nieva en Bordeaux y por lo tanto no sienten el espíritu navideño en el aire, hay dos elementos que los contradicen. Primero son los espantosos 4 grados centígrados que provocan una eterna capa de hielo sobre la grama y los carros y que ninguna cantidad de rayos solares pueden derretir y luego está el Mercado Navideño, cerca del Grand Théâtre.
En la serie de cabañitas de madera se vende de todo, pasando por ropa, juguetes, adornos, hasta comida y bebidas de la época. Cada vez que veo un carrusel sólo recuerdo que mi madre cuenta que cada vez que yo miraba uno cuando era pequeña me ponía histérica de la felicidad. Puedo imaginar que si tuviéramos uno de estos mercados en Honduras me hubiera tocado andar buscando accesorios para las casas modelo de la oficina…Aquí los árboles navideños son verdaderos árboles. Por otro lado, tienen todo el año comiendo productos Bio en los supermercados así que pueden dejar la ecología para los otros doce meses. Si alguien tiene curiosidad de conocer los sucesos del día de su nacimiento, aquí puede comprar un periódico al respecto. Los dulces típicos de Bordeaux son los canelés, unas tapitas de pan, que a mi parecer no tienen nada que envidiarle a los macarons…Un nacimiento en arena. Y cuando pienso que yo no puedo hacer ni una torre de un castillito primitivo. Podría dedicarme a coleccionar fotos de todos los lugares inapropiados en los que aparece el Che Guevara, es demasiado ridículo. Pero esta foto es en realidad del plato del Grand Théâtre. Mi sección favorita: las matrioskas! Habían varios kioscos dedicados exclusivamente a decoraciones rusas y me felicito por el autocontrol que mostré al no gastarme una mensualidad sólo en ellas. Sí sucumbí ante un par de aritos pero el daño pudo ser peor.
Qué geniales están las fotos!! Y definitivamente, esas matrioskas se llevan el show!! Qué montón!!
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