Fiona Apple sin duda. En los últimos años se han hecho muy pocos discos perfectos. Esos aquellos no les quitarías ni una tan sola nota, y que cada canción tiene una distinta resonancia en tu espíritu. Así es “Extraordinary machine” para mí.
En su primer disco Fiona es una adolescente introvertida que canta para tratar de entender el mundo y para dejar claro que no se va a dejar aplastar por él. Es dulce, melodioso y melancólico, pero al mismo tiempo es agresivo, feroz y despiadado. Yo no podía creerlo cuando supe que sólo tenía 16 años. Su voz es increíble, pero su profundidad es aún más impresionante. Cuando investigué sobre ella, su vida y sus gustos literarios todo cobró sentido: la niña es muy inteligente. No la conocí en su época de desastres públicos, por lo que no puedo decir que me haya formado una imagen suya de rebelde sin causa o de mujer problemática. Sólo puedo hablar de su música.
Su segundo disco es muy bueno también. Expande sus horizontes musicales y líricos: tiene algunos momentos brillantes, pero algunas canciones que pueden pasarse por alto. No es el caso de “Machine”: imposible obviar alguna de sus 12 temas. Son muy diferentes entre ellos pero guardan una coherencia magistral, todo se complementa muy bien.
Me impresiona mucho la actitud de Fiona con respecto a su arte: es una brecha de 6 años desde su último disco, suficiente tiempo para que un artista se preocupe sobre su vigencia en el mundo de la cultura popular. Ella confiesa que no escribió mucho en toda esa época, no hizo nada significativo y no estaba en lo más mínimo apurada por regresar a la luz pública. Me fascina que su vida no esté basada en ser famosa, sino en hacer la mejor música que pueda. Sacar un disco hasta que esté completamente satisfecha de él.
Tuvo razón de esperar. A primera vista se podría pensar que este disco es un intento de analizar la ruptura de su noviazgo con el director de “Magnolia”. Es una de las muchas ópticas con las que se puede enfocar. Hay canciones que son una magnífica autopsia de un amor muerto. Están todos las etapas que se vive: el shock, la negación, el enojo, la tristeza, la indiferencia y al final la redención. Todo para concluir en que eso fue un asunto terrenal que no puede afectar su verdadera esencia: no para menospreciar su importancia, sino por que es necesario tener una perspectiva más amplia de todo lo que pasó.
Personalmente, sí me gusta pensar que es un “break-up-album”, por que tengo esa terrible manía por categorizar todo. Podría decir que es el “Boys for Pele” (de Tori Amos) del 2005. O un “Breakaway” (de Kelly Clarkson) más filósofico. O incluso un "Uh huh her" de Pj Harvey, en piano. Son distintos enfoques para un mismo tema. “Boys for Pele” es muy complicado: te arrastra por una espiral que no creo que muchos puedan soportar. Requiere un estado emocional y mental muy particular para poder entenderlo y disfrutarlo. No se lo recomiendo a los que sólo les gusta que música sea bonita y tranquila. Es una exploración muy cruda de la agresividad. (No digo que sea un disco de música pesada, es algo más profundo que eso.) Pj Harvey es muy oscura también. Es una excelente catarsis sónica. “Breakaway” es más accesible. Un disco de música pop muy bien hecho en mi opinión. No esperaba eso de una American Idol, fue una agradable sorpresa. Pero queda en la superficie del tema. Sólo flirtea con él y no va más allá. Fiona es las dos cosas: escuchable y profunda. La música suena bien, muy bien, pero las letras son complejas y directas al mismo tiempo.
Si quitamos el despecho de lado, todavía queda mucho que escuchar. Es muy inspirador ver cómo alguien transforma todo lo malo en algo bello y sublime. Este es el testimonio de una mujer increíble que sigue, como a los 16 años, disectando su alma, analizando hasta el más mínimo detalle y traduciendo lo que ve en canciones. El mundo es un mejor lugar por gente así. Ella tiene razón: she IS an extraordinary machine.
La srta. Manzana es genial. Buen post
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