08 September 2008

La carne es débil

La carne es débil y por eso estuve somnolienta todo mi último primer día de clases como estudiante de Arquitectura. La noche fue turbulenta, como ya es tradición en el primer día de cualquier cosa, y la mañana fue muy mal recibida, tanto que no tenía ánimos de cocinar desayuno. Pero de ahora en adelante mis lunes, miércoles y viernes terminarán a las 4 de la tarde y tengo que alimentarme, por la única razón de que me convierto en una fiera monstruosa cuando tengo hambre. Con un sándwich de queso de mala calidad llegué a mi primera clase, Obras III. Tengo muy malas referencias de ese ingeniero. Mejor dicho, tengo malas referencias de ese ingeniero como profesor, porque al parecer es un estructuralista brillante. Había una gran cola de tráfico, porque el incendio del edificio de Química y Farmacia mantiene cerrada una de las dos calles de acceso, pero yo subo las gradas confiada que mis diez minutos de retraso no son nada para alguien que la gente jura nunca llega temprano. Error: estaba en el aula, esperando, porque seguramente sabía que es imposible sólo tener 3 alumnos, la cantidad de personas que lo acompañaban.

Si de verdad las primeras impresiones son las que cuentan, esta clase podría ser disfrutable; tiene incluso el potencial para ser alteradora-de-criterios. Es parte de la continuación de Obras II (presupuesto de una obra), y otra parte sobre cómo se ve afectado el arquitecto según el clima económico del país.

Parece ser que este es el semestre de finalmente aceptar que eres un ser de carne y hueso, sujeto a cadenas financieras que tendrá que trabajar en el mundo real. En el Seminario de Investigación vamos a abordar el tema de la vulnerabilidad en Tegucigalpa, y en Diseño vamos a hacer un plan de manejo para la facultad de Medicina, una especie de remodelación o propuesta de reconstrucción de un edificio, que no tiene salas quirúrgicas, son sólo salas de clase y una biblioteca. Estoy muy feliz por finalmente dejar de inventar cosas ilusorias y trabajar en el plano material, es un cambio necesario.

Voy corriendo a mi clase de Italiano I, a tres kilómetros de mi edificio y de remate en un cuarto nivel. Es en un aula que estaba con llave todavía, y al rato aparece una muchacha, una señora joven con un vestido corto y tacones bien altos que me hizo recordar los mejores episodios de una serie gringa que transmiten en Mtv.com. La puerta se abre y la sala tiene sillas acolchonadas, una computadora, una pantalla de data show, cortinas!!! Esto es lujo como al que no estamos acostumbrados en arquitectura. Nos habla en italiano y entendemos por instinto y asociación. La señora es tan entusiasta y divertida: según el principio japonés de la limpieza lo primero que hay que hacer en una nueva aventura es ordenar, por lo que saca de un armario un líquido limpiador y empieza a rociarlo en el escritorio, en la pizarra. Después en cada uno de nuestros pupitres; estamos medio asustados, medio maravillados. Nos pregunta uno por uno la razón por la cual matriculamos italiano. Es un idioma elegante, me gusta la pronunciación, tengo familia en Italia, ya llevé los tres ingleses y quiero aprender otro idioma; me llega mi turno y pienso “tenía muchas horas libres en la mañana”, pero acostumbrada a la dualidad digo “por si aparece una oportunidad de estudiar en Italia”. Marcela, Marcela, cuándo has de cambiar?… o de pensar en otra cosa?

Horas más tarde llegamos al Seminario de Investigación que es con tres arquitectos, uno de ellos con quien no he llevado clase antes. De hecho tiene un aura toda misteriosa porque antes sólo daba de las últimas clases y rara vez se le miraba circular por la facultad, entonces la gente conocía su nombre pero nunca lo había visto en persona. Los rumores en los bajos mundos son que es masón y/o judío. No lo digo porque considere que eso sea bueno o malo, sino más bien porque es diferente, exótico. Pues a mitad de la explicación del proyecto con implicaciones ecológicas, nos dice que él no cree en el calentamiento global. Del shock todo mundo quedó en silencio, con los ojos abiertos como platos. ¿Está hablando en serio? Nos explica que él considera que es un negocio, inventado para sacarle dinero al gobierno de los Estados Unidos. “An inconvenient truth” desfiló por mi cabeza en tres segundos. (Maldición que no leí el libro de Al Gore que andaba deambulando por mi casa.) Pero ver esa expresión en todas las personas en la sala fue un buen momento Kodak.

Salimos temprano y fuimos a comprar comida, porque a la una de la tarde dos sándwiches ya se han convertido en suspiro nutricional. En Diseño VIII estoy con mi tutor de la facultad, con quien por extraños giros del destino nunca había podido llevar clases. Es pacífico, es tranquilo, es la tarde y hace calor: salimos temprano.

Todos nos explicaron los proyectos, pero no nos dejaron trabajo, ¿qué más se le puede pedir a un último primer día? Todas las clases son en grupo, pero ahora con Deysi tenemos nuevos compañeros, una compañera con quien he estado antes y sólo tengo buenas cosas que decir; un compañero salesiano del linaje impecable. Nos vamos antes de seguir tentando al destino, hay que acabar el día en las notas altas y positivas. Ayer escribía sobre lo detestables de estas vacaciones, sobre cómo estar zambullida en el vacío de la desocupación era sólo eso: vacío. Quiero volver a entumecerme de actividades, tener una excusa válida para que los problemas externos no tengan derecho a perturbarme. Soy una mujer con una misión y nada debe distraerme, hacerme perder el tiempo o la cordura. He vuelto a la invencibilidad del estudiante; en las vacaciones estás expuesto a todos los elementos, ahora ellos se subyugan a mí. Que empiecen las clases.

2 comments

  1. Suena como un retorno interesante. Ya hablas con el feeling de alguien que domina el juego. Lo que debiste fotografiar es mi cara al escuchar que este nejas que cuentas piensa todavía que no hay calentamiento global. Debe salir carísimo para el mundo mediático patrocinar tanto desmadre terrestre y mandar a fragmentar los bloques polares. Mercy on us, Lord.

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  2. Hola, me encanta el blog.
    Lo siento no escribir más, pero mi español es malo escrito.
    Un abrazo de Portugal

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