Esther tuvo la cortesía de invitarnos a Pamela, a Elsa y a mí a la duna de Pilat, un viaje de 60 km que hicimos con su compañero de maestría, Nikolai. La misteriosa y gigantesca duna es la más grande de Europa y es un ejercicio en resistencia increíble subirla, especialmente con la comida del pic-nic. Pero las vistas son impresionantes…
Y la recompensa es aún mayor: el mar!!!
Yo estaba tan feliz de estrenar mi traje de baño, hasta que entré al agua y casi me da un paro cardíaco de lo fría que estaba!! Mejor me dediqué a broncearme, algo en lo que evidentemente no tengo práctica porque me dormí y me quemé de una forma muy poco uniforme.
El regreso estuvo interesante: según Pamela y yo habíamos descubierto un recorrido más corto que nos ahorraría subir y bajar la duna otra vez, pero después de caminar un buen rato nos dimos cuenta que estábamos perdidos. Nos tocó meternos por una entrada casi clandestina al parque y si… volver a atravesar la duna.
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Toda una prueba de resistencia física al parecer. :) Bellísima vista al mar, eso si que es un premio al esfuerzo.
ReplyDeleteSaludos y un fuerte abrazo.