Uno de las mejores experiencias de nuestro fin de semana en la Rochelle fue visitar el acuario. Creo que es la primera vez en todo mi tiempo en Francia que visitaba algo donde la atracción principal era un ser vivo en lugar de obras materiales. Fue muy interesante porque sentí que el acuario era mucho más amigable que un montón de museos en el sentido que tuvo que ser muy didáctico ya que no se espera que la gente sepa mucho de animales marinos antes de su visita (algo que no sucede comúnmente con los museos de arte: a veces pierden la conexión con el que no está inmerso en ese mundo), era fácil de comprender para todas las edades, era capaz de mantenerte interesado durante todo el recorrido usando diferentes herramientas -en las que sobresalen las interactivas- y encontró un buen equilibrio entre mostrar lo más posible y no agobiar con un recorrido larguísimo.
Nunca está de más que el edificio está bellísimo. Para pasar del lobby a la parte de los peces uno entra en una cápsula oscura que simula el acceso a un submarino. Los sonidos, la narración y el movimiento de la pieza crean una anticipación buenísima para empezar a visitar.Como decía, desde el principio uno tiene acceso a herramientas muy interesantes para ver ciertos aspectos de la exposición. Microscopios, videos proyectados sobre las paredes para crear transiciones, una alfombra súper divertida que a medida que uno caminaba en ella los peces que estaban en ella se alejaban, uno realmente llega a sentir un interés y una conexión con lo que quieren mostrar. Tenían partes enteras dedicadas a mostrar el impacto del Hombre en el medio marino. Me llamó la atención el juego de relacionar criaturas marinas y los productos que se hacen con ellas. No me veo usando crema facial de algas en un futuro cercano… Me encantaron estos peces que se disfrazaban de su entorno para pasar desapercibidos. Aparte de las herramientas interactivas sobresale por supuesto la disposición museográfica de todo el acuario. Está organizado por tipos de peces y las regiones a las que pertenecen y cada sección tiene su propio ambiente, una atmósfera particular. Una de mis partes favoritas fue la de las medusas. Qué criaturas más hermosas. Era la hora del almuerzo para algunas de ellas: A lo largo del acuario hay varios “anfiteatros” donde uno puede sentarse a descansar y a admirar peces.Hay uno dedicado a los tiburones, que muy elusivos, no quisieron posar para las cámaras.Naturalmente, todos los fans de “Buscando a Nemo” fueron complacidos: los peces-payaso están en varias vitrinas. Son minúsculos, pero allí están. La salida a la superficie es gradual y está amortiguada con una especie de selva, con tortugas, pirañas y otros peces de ambientes tropicales. La tortuga descansaba, era un domingo después de todo.Arriba de la selva estaba el restaurante del acuario. Nada de hamburguesas y hot-dogs, este era un restaurante de lujo. Por suerte, nada de mariscos para nosotros. Hubiera sido algo muy extraño después de todo lo que vimos en ese día.
WoW, la verdad es que no me había puesto a pensar que un acuario en verdad tuviera una disposición tan planeada. No sé por qué nunca lo pensé de esa forma!! Hahaha, están preciosas las fotografías. Un beso
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