15 November 2010

Un lunes en Bdx

Los lunes no tengo clases. Los lunes, los jueves y desde hace dos semanas, los viernes tampoco. Eso no significa que no tengo nada que hacer; por el contrario, tanto tiempo libre es una mala señal: es un reflejo de todo el tiempo que debería utilizar para leer las bibliografías de las clases, hacer mi investigación sobre el Monumento a los Girondinos, trabajar en el ejercicio sobre las esculturas en el claustro de Moissac o empezar de una vez por todas con la tesis que tengo que presentar en junio del otro año. Así que siempre pongo el despertador a las 7 y 45 de la mañana para disponer de 15 minutos para darme ánimo a levantarme, una hora para bañarme, cambiarme y desayunar, y en teoría, comenzar a trabajar a las 9 de la mañana.

Naturalmente son raros los días que cumplo al pie de la letra mis rutinas auto-impuestas. Hoy por ejemplo, hacía tanto frío y las cortinas son tan oscuras que no podía creer que ya era de mañana. Escuchaba unos ruidos en la cocina y por alguna razón pensé que era mi madre preparando el desayuno. Cuando recordé que eran mis compañeras de apartamento sólo me dieron más ganas de dormir. El despertador suena cada 5 minutos en 3 ocasiones; si no lograste despertarte te deja tranquila, después de todo no es su problema. A cada media hora que pasaba miraba la hora y reprogramaba las actividades de la mañana, “después de todo no es necesario dedicar 3 horas sólo a una clase”, y sólo pude quitarme de encima la cobija hasta las 9 y media.

Como cada lunes no había nada en la cocina. Idealmente los fines de semana se deberían hacer las compras pero quisiera retar a cualquiera a sacarme de la cama temprano un sábado o un domingo. Los sábados en la tarde siempre tengo algo que hacer y los domingos en la tarde no hay tiendas abiertas. Así que le robo horas a mis estudios o lecturas de los lunes para ir al supermercado baratucho a 4 estaciones de tram de la casa. Mis desayunos han cambiado: en mi casa en Honduras yo cocinaba mis desayunos los días de trabajo y los fines de semana un plato de frutas frescas esperaba con ansias que me despertara. En Francia los primeros días fueron de pan, jamón ahumado y todos los quesos que pudiera comer. Pero la costumbre y el miedo a la gordura han integrado yogurt natural con cereal y frutas a la dieta, dejando de lado los lácteos grasosos para los almuerzos y cenas. Pero los lunes nunca queda cereal, en esta ocasión se nos había acabado la miel y me tocó preparar el único huevo del refrigerador, con pan que le robé a una de mis compañeras.

Trabajé, por hora y media trabajé. Empecé a revisar mis clases del arte de España visigoda con las presentaciones de power point que mostró el profesor, y a integrar sus imágenes en los textos que yo había pasado a la computadora. Pero a las 12 había quedado de ir a entregarle unas fotocopias de la clase de italiano a una amiga y tuve que irme. Nos encontramos y fuimos a almorzar al restaurante universitario que afortunadamente hoy servía pierna de pollo con verduras. Trato de alejarme de los menús con papas fritas, aunque ese antojo nunca se me quita realmente. Luego volví al apartamento, donde estaba “the nanny”, doblado al francés, en la tele. Me felicito a mí misma por resistir a la tentación de quedarme frente al televisor y desperdiciar el tiempo. Creo que influye bastante el hecho que no tenemos sofá y que las sillas del comedor no son particularmente cómodas. Pero he aquí que vengo y decido acostarme por quince minutos para “hibernar” después del almuerzo. Me levanté 45 minutos después, sin una orientación del lugar donde me encontraba, ni de lo que tenía que hacer. Con mucha dificultad me compuse y logré estructurar un bosquejo de lo que quiero hacer para mi tesis. Ese es un asunto espinoso, voy a tratar de explicar. Para mi candidatura a la universidad tuve que presentar un perfil de proyecto que, en un sentido muy amplio, era un intento de análisis urbanístico de la ciudad de Bordeaux con el fin de crear un modelo aplicable a otras ciudades. Mi intención era responder a la pregunta “¿Cómo lo hicieron aquí?” para el día de mañana si me tocara estar en otra ciudad preguntarme “¿Cómo podemos mejorar aquí?”. Contacté al único profesor de la maestría que se especializa en arquitectura contemporánea para que fuera mi director de investigación y le propuse mi proyecto. Me mandó a que delimitara mejor mi campo de estudio pero en eso las otras clases me absorbieron y dejé de lado la tesis. La semana pasada empecé clases con él y nos preguntó a todos en qué estábamos trabajando como proyecto de primer año. Llegó mi turno, le recordé el tema y me dijo que no estaba bien, que tenía que reunirme imperativamente con él esa tarde. Así que antes de verlo escogí otro tema. En Bordeaux hay un centro de arquitectura que organiza exposiciones, conferencias, visitas guiadas y publica libros sobre arquitectura contemporánea. Sobra decir que en Honduras un lugar así está lejos de ser creado o factible, así que me pareció una buena idea estudiarlo para aprender cómo funciona y si realmente logra sus objetivos (hay que recordar que Bordeaux se mercadea como una ciudad histórica, patrimonio de la UNESCO, así que, ¿qué lugar puede tener la arquitectura contemporánea en un lugar así?). Con Elsa visitamos el centro, que en estos momentos tiene una impresionante exposición del Bjarke Ingels Group. El lugar es precioso, la exposición estuvo increíble, es justo el tipo de lugar en el que me gustaría trabajar algún día. Así que hoy había conseguido una cita para reunirme con el director artístico de la institución y proponerle mi tesis: si él me daba el visto bueno para colaborar con el centro podría empezar la investigación. Preparé lo que quería decirle y luego fuimos al supermercado con Adriana y Alice. Pero terminamos demasiado temprano; me fui al centro de la ciudad y llegué al Grand Théâtre con una hora y media de antelación.

Para matar el tiempo decidí ir a ver tiendas a la calle Saint Catherine, la gran peatonal con tiendas de lujo. Me paré frente a una vitrina porque había un vestido de rayas (tengo una adicción incurable a ellas) y un tipo se me acerca y me dice que ese vestido me quedaría bien. Aclaró que en realidad el vestido estaba bonito pero esa otra camisa marinera estaría mejor. Por supuesto eso era raro: nadie se te acerca a hablarte excepto si quiere pedirte dinero, hacerte una entrevista o cualquier otra cosa malintencionada. El tipo este –de unos 40 años-, me invita a tomar algo con él. Obviamente le digo que no. Me pregunta de dónde vengo, si soy española –todos empiezan por esa estúpida pregunta-, o si soy hispánica. De qué país y empieza a demostrar sus conocimientos en geografía; no eran muchos. Empiezo a caminar para alejarme, le digo que soy hondureña y sigue tratando de sacarme conversación. Qué estoy haciendo aquí, si estoy aquí para aprender el idioma; no, ya puedo hablar francés, pero eso no evita que me pregunte si entiendo lo que está diciendo, si no habla muy rápido para mí. Preguntas estúpidas habituales número dos que hacen las personas aquí. Empieza a contarme su historia: es un parisino –por supuesto, eso debería impresionarme-, que viene a trabajar aquí en Bordeaux y hace hincapié en eso de que tiene trabajo como para seguirme impresionando. No logro sacudírmelo; no puedo, estoy ocupada, no tengo tiempo. Y logro calmarlo anotando su número de teléfono, pero no acepto darle el mío. Frente a un H&M le digo que tengo que quedarme aquí y le aseguro que lo voy a llamar en esta semana. Freak. ¿Qué tengo que atraigo a estos tipejos raros? Si por lo menos hubiera sido un chavo guapo, pero no!! Viejos asquerosos.

Finalmente voy a mi entrevista. Sigo aún más impresionada con el lugar y el señor fue muy amable. Tengo luz verde para empezar.

El trayecto de regreso se me hace rápido, tengo mucho que hacer pero ya no estoy a la deriva, tengo una mejor idea de lo que se espera de mí. Llego a mi casa a preparar hamburguesas: mi recompensa por ir al supermercado, aguantar el frío de la calle y por haber llegado sana y salva de una noche en el centro.

1 comment

  1. Marce, entiendo muy bien tu enojo por esos tipejos raros que no tienen nada que hacer mas que estorbar en el dia! jajajaja Una vez un tipo me salio con la historia de que no encontraba su camino en una gare, y casi me besa... GUACALA!!! jajaj

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