Siempre me he acostumbrado a escuchar las quejas de que en Honduras no se tiene aprecio por los lugares culturales, ya sean teatros, bibliotecas o museos. Pero hoy que me tocó ir a uno entendí una de las miles de razones por qué. Para Historia 4, tenemos que hacer un estudio de una obra arquitectónica antigua, y por que era fácil y no hay mucho de donde escoger, alguien propuso Villa Roy. Vamos con mis entusiastas compañeros al lugar en cuestión, donde nuestro primer recibimiento lo da un vigilante anciano que se quedó parado sin subir la barra para dejar pasar el carro y nos quedó viendo con cara de “¿Qué demonios vienen a hacer por aquí?”. Le tuvimos que explicar que veníamos al “museo”, y de mala gana nos dio indicaciones sobre dónde parquearnos. Llegamos a boletería, y el personal de atención, de la forma más antipática posible nos advirtió de no usar filmadoras, cámaras con flash y dejar hasta las carteras –sin dinero, aclaró- en un estante. Al tratar de entrar a la casa, (es una casa, no es una instalación creada con el fin de ser un museo), el guardia también nos sermoneó muy amablemente sobre las reglas del lugar.
La casa en sí es preciosa, aunque sea neo-clásica, con las típicas columnitas imitación griegas antiguas, y su volumetría predecible, pero el interior me fascinó. Fue donada al gobierno por una ex primera dama, y en su honor hicieron una sala con objetos personales suyos y de su marido: una polvera, una Biblia y medallas del ex presidente. Por un momento pensé que era un desliz perdonable, semejante superficialidad en un lugar como ese, pero la verdad todo el resto del recorrido es un montón de cachivaches viejos, sin ningún interés concreto más que la persona a la que pertenecieron. Una cítara del compositor de la música del himno nacional, un abanico de una poetisa famosa hondureña que nadie que no dé clases en una escuela primaria ha leído, una máquina de escribir de algún presidente, un microscopio antiguo de la universidad autónoma que ha de ser igual a los que se usan actualmente, una máquina de coser… No hay nada importante que proteger allí, pero si tu mano cruza la cadena que te separa de las vitrinas, alarmas se disparan como si hubiera una invasión terrorista y los guardias se lanzan encima de ti para evitar que dañes los recuerdos de nuestro preciado pasado histórico.
Es vergonzoso que nadie se interese por la historia de Honduras, pero cuando se estudia un poco de ella es más vergonzoso darse cuenta que la situación actual es resultado de cómo la misma gente a la que se le dedica ese museo de porquería es la que vendió el país a extranjeros, por beneficios personales. Nuestros gobernantes no tienen méritos reales que puedan exponer ante los ciudadanos y de los cuales enorgullecerse. Por eso tenemos que conformarnos con ver sólo su chatarra vieja. No entiendo la noción de patriotismo, pero es que no ha existido nunca en nuestra historia. Ni siquiera nuestros indios pudieron morir valientemente para sacar a los españoles. Quitando a Lempira no hay nadie más, y por eso sólo a él se le recuerda. Siempre regalamos en bandeja de plata todo lo que teníamos y nos conformamos con las migajas. Hoy ya es muy tarde, y sería inútil hacer algo. Por eso renuncié hace mucho tiempo a cualquier noción de que pertenezco a un pueblo en particular, pero admiro a esas personas que aman genuinamente a su país, de forma inteligente y no fanática, y que su amor no nubla su capacidad de ver lo que está mal y querer mejorarlo.
La casa en sí es preciosa, aunque sea neo-clásica, con las típicas columnitas imitación griegas antiguas, y su volumetría predecible, pero el interior me fascinó. Fue donada al gobierno por una ex primera dama, y en su honor hicieron una sala con objetos personales suyos y de su marido: una polvera, una Biblia y medallas del ex presidente. Por un momento pensé que era un desliz perdonable, semejante superficialidad en un lugar como ese, pero la verdad todo el resto del recorrido es un montón de cachivaches viejos, sin ningún interés concreto más que la persona a la que pertenecieron. Una cítara del compositor de la música del himno nacional, un abanico de una poetisa famosa hondureña que nadie que no dé clases en una escuela primaria ha leído, una máquina de escribir de algún presidente, un microscopio antiguo de la universidad autónoma que ha de ser igual a los que se usan actualmente, una máquina de coser… No hay nada importante que proteger allí, pero si tu mano cruza la cadena que te separa de las vitrinas, alarmas se disparan como si hubiera una invasión terrorista y los guardias se lanzan encima de ti para evitar que dañes los recuerdos de nuestro preciado pasado histórico.
Es vergonzoso que nadie se interese por la historia de Honduras, pero cuando se estudia un poco de ella es más vergonzoso darse cuenta que la situación actual es resultado de cómo la misma gente a la que se le dedica ese museo de porquería es la que vendió el país a extranjeros, por beneficios personales. Nuestros gobernantes no tienen méritos reales que puedan exponer ante los ciudadanos y de los cuales enorgullecerse. Por eso tenemos que conformarnos con ver sólo su chatarra vieja. No entiendo la noción de patriotismo, pero es que no ha existido nunca en nuestra historia. Ni siquiera nuestros indios pudieron morir valientemente para sacar a los españoles. Quitando a Lempira no hay nadie más, y por eso sólo a él se le recuerda. Siempre regalamos en bandeja de plata todo lo que teníamos y nos conformamos con las migajas. Hoy ya es muy tarde, y sería inútil hacer algo. Por eso renuncié hace mucho tiempo a cualquier noción de que pertenezco a un pueblo en particular, pero admiro a esas personas que aman genuinamente a su país, de forma inteligente y no fanática, y que su amor no nubla su capacidad de ver lo que está mal y querer mejorarlo.
no se si gmail deje enviar canciones, voy a probar. ( borrá este comentario si queres)
ReplyDeleteEse museo, como dijiste, está hecho únicamente para ver lo que otros tenían. No resalta nada, porque no había nada. No hubo nada, no hay nada... ¿para dónde vamos entonces? En fin, aburrida esa visita.
ReplyDeleteQue son las fronteras políticas territoriales? una extensión de nuestras diferencias mentales, somos diferentes al ser unicos, pero somos equivalentes, somos humanos todos, por tanto, el patriotismo es un estandarte de la representación de una ilusión, humanismo antes que patriotismo.
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