28 March 2006

Una apertura de ojos

Hace unos días, un estudiante de mi universidad fue asaltado en un bus de ruta. Los ladrones lo lanzaron del bus, y sus golpes fueron tan graves que tuvo que ser internado en el Hospital, donde sufrió varios ataques cardíacos, entró en coma y finalmente murió ayer en la mañana. Por esa razón, hoy en la tarde se está organizando una marcha en contra de la violencia, que va a comenzar justamente en la universidad. En una gran casualidad, la ciudad está viviendo un día poco ordinario: hay paros de taxis y buses junto con otras protestas por el alza a los combustibles. Como de costumbre, en la universidad algún sector quiere tomarse las instalaciones. Pero hoy por primera vez, hoy siento que es mi responsabilidad formar parte de una de esas manifestaciones.

Yo no conocí al chavo; sé que es hermano de un amigo de un amigo mío, estudiaba ingeniería eléctrica, y cuando pasó su accidente los amigos de su hermano y los vecinos de su colonia hicieron varias actividades para recaudar dinero y cubrir sus gastos hospitalarios. No lo conocí y sin embargo no puedo evitar sentir que es una barbarie lo que le pasó. Es la primera vez en mi existencia en que quiero que una de mis acciones quede registrada a nivel colectivo, como un llamado de atención, que aunque aparentemente inútil, no puedo no hacer. El silencio, en este caso, me parece una especie de complicidad. Él era uno de nosotros, pudo haber sido un amigo mío, mi hermano, o pude haber sido yo. Es muy triste que su muerte sea la que nos haya hecho reaccionar a muchos que vivimos aislados en nuestras burbujas protectoras. Me encuentro ante otra situación en la que mis esfuerzos son microscópicos, y en la que ya no hay nada que hacer para solucionarla, pero esto no puede quedarse fácilmente en el olvido, y por eso voy a unir mi voz a ellos.

2 comments

  1. Es una maravilla cuando logramos identificarnos con algo que nos hace salir de nuestra burbuja y formar parte de esa locura llamada mundo.
    Lo malo es que casi siempre se trata de tragedias que ironicamente nos hacen querer estar mas ensimismados.

    ReplyDelete
  2. Hector Rodolfo Pineda Guerra, fue compañero mio en el colegio,desde primer grado, no nos llevabamos pero si lo trate porque el era vecino de mi abuela en un tiempo, antes de mudarse a la villa olimpica, lo recuerdo de los relajeros del curso, que no llevaba tareas, inquieto, pero luego en la u cambio bastante, fue a islandia de intercambio y como unos 4 meses antes de morir me lo encontre, el era algo gordito en el colegio y despues se hizo flaco, estuvimos hablando un rato en la u, de compañeros de nosotros, le dije que pucha, electrica es una carrera dificil, pero que si le gustaba la fisica, y asi rapidamente nos despedimos. Le decian pelo de guerra en el colegio, por su cabello puntudo y liso. Hace un año de su muerte ya, y al recordar que murio de esa forma es algo triste,saludes Hector donde sea que estes.

    ReplyDelete