14 August 2006

La Broma

“La broma” de Milan Kundera parece el guión de una película de Paul Thomas Anderson. Es una historia narrada desde cuatro puntos de vista, los de sus personajes principales: Ludvik, Helena, Jaroslav y Kostka.

Es Checoslovaquia en tiempos comunistas. Ludvik es un joven universitario, activo miembro del partido, enamorado de una chava que no le hace mucho caso. Cuando la mandan a un campamento de verano, él se dedica a escribirle carta tras carta en las que le habla de lo desesperado que se siente ante su ausencia, pero ella no le presta atención a sus sentimentalismos. Le responde que en el campamento está aprendiendo el valor del optimismo y que la está pasando bien. Ludvik, para molestarla, le responde con una postal: “El optimismo es el opio del pueblo. ¡Viva Trotsky!” Y todo es cuesta abajo desde allí.

La postal es interceptada por otros miembros del partido, acusan a Ludvik de traidor y sus propios amigos lo expulsan, del partido, de la universidad, y de la civilización, cuando es enviado al servicio militar, en la sección de enemigos del sistema. Su vida oficialmente ha acabado. Hasta que conoce a Lucie, una niña abandonada que estudia en un internado. Si enamorarse es crear una imagen del otro, Ludvik es el símbolo que mejor lo ejemplifica. Se obsesiona por completo de ella, casi sin conocerla, y su insistencia y falta de tacto la terminan espantando de una forma muy cruel.

Muchos años después, Ludvik conoce a Helena, la esposa de uno de sus ex compañeros que votó por su expulsión, y pretende vengarse, tanto de él como de la vida, al acostarse con ella. Para ello planea un encuentro en su pueblo natal, en el departamento de otro conocido suyo, Kostka, que es el único que conoce la verdadera historia de Lucie. También, vuelve a ver a Jaroslav, un viejo amigo, músico y soñador, que está emocionado por que su hijo ha sido escogido para el personaje principal de la Cabalgata de los Reyes, una celebración tradicional muy importante para él, y aparentemente sólo para él.

Yo pensaba que la broma de la novela era la mísera postal que le arruinó la vida a Ludvik, pero es mucho más que eso. Este libro es una disección de lo irónico que es ser joven, idealista y luchador hasta que la vida te baja de la nube con una bofetada. Todos los personajes comienzan con tan buenas intenciones, son tan puros, tan ingenuos. Viven de acuerdo a lo que consideran lo mejor. Sí, idiotizados por su educación, por el ambiente político de la época, son incapaces de pensar por ellos mismos. En apariencia la historia es trágica y el enfoque aún más, pero sería deshonesto de mi parte decir que eso es lo que aprendí. Kundera es hasta cierto punto muy imparcial y te dice que la vida es así, y que tienes que tomarla por lo que es y dejar de engañarte con falsas ilusiones y esperanzas. El mundo sigue adelante, y no deberías de auto condenarte a la frustración eterna por un mal paso, que hayas dado a propósito o que te haya sido impuesta por alguna decisión burocrática del destino.
“Sí, de repente lo vi así: la mayoría de la gente se engaña mediante una doble creencia errónea: cree en el eterno recuerdo (de la gente, de las cosas, de los actos, de las naciones) y en la posibilidad de reparación (de los actos, de los errores, de los pecados, de las injusticias). Ambas creencias son falsas. La realidad es precisamente al contrario: todo acto será olvidado y nada será reparado. El papel de la reparación (de la venganza y del perdón) lo lleva a cabo el olvido. Nadie reparará las injusticias que se cometieron, pero todas las injusticias serán olvidadas.”

1 comment

  1. Anonymous7:37 AM

    porque uno no pudo ya nadie puede, jaja.

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