Así se miraba mi mesa cuando supuestamente tenía que empezar a trabajar. Todo estaba limpio y puesto en su lugar. Pero el nuevo template de mi blog empezó a estorbarme… Traicioné las sagradas intenciones de este primer día.
Contemplaba desde lo alto del puente de acceso a la universidad el pequeño e insignificante mundo que dejaré atrás por los próximos cuatro meses, y la resignación fue súbita, acompañada de algo que podría calificar en retrospectiva como entusiasmo. Me sentí renovada mientras miraba a todas las personas con sus ropas nuevas, yo por supuesto entre ellas, con la añadidura de que mi camisa podría ser comprendida únicamente por unos cuantos elegidos. Me revolcaba mentalmente en mi orgullo y altanería cuando entre 60 000 (?) estudiantes de toda la Autónoma, no uno, sino dos de esos elegidos se acercaron a saludarme, entendieron el mensaje y dejé de sentirme tan especial. Pero nada habría de echar a perder este día: continué la marcha hacia mi edificio, refrescando la mirada entre todos esos paisajes que las vacaciones habían borrado de mi memoria y seguí encontrando otras personas, ahora pertenecientes a mi profesión, con quien platicar. Yo estaba sospechosamente amena, preguntando a todos sobre sus familias, vacaciones, navidades, años nuevos… Llegó también la portadora de la eterna y recurrente invitación a las clases de doctrina católica. Esta señora quiere a toda costa aparecer en la película que hagan algún día sobre mi vida, pero he de batallar hasta el último aliento por evitarlo. Ya en el cuarto piso las afinidades eran más profundas, pero tuve que interrumpir cualquier interacción con ellas cuando encontré al arquitecto que me da la clase de Diseño. Fui la primera en llegar de las cinco alumnas en total. Una de ellas andaba platicando en otra aula, dos estaban retrasadas, y la otra al parecer está de viaje. Pero estoy en último año y la vida es taaaan tranquila: “Venga a buscarme al cubículo cuando estén aquí sus compañeras”. Desgraciadamente llegaron, y ahora tengo que investigar sobre qué tipo de espacios tiene un centro cívico y en qué terreno podría ubicarse en Tegucigalpa, de manera que sea accesible y agradable. También debería de ir craneando mi propuesta, porque en el estado embrionario del proyecto van a presentarse todas de forma individual, y se van a combinar o a escoger la mejor para llevarlo a su forma final.
Después un café mientras seguía sintiéndome experimentada alrededor de tantos noobs. Pero tenía clases de Organización de obras II, donde me volvieron a bajar de la nube: “un cuadernito no va a ser suficiente, mejor traigan un folder grande en los que pueden meter y sacar las hojas”. Además de estudiar para los exámenes hay que hacer tres trabajos (uno de ellos incluye visitas a obras en construcción donde hay que explicar cada proceso, fotografiarlos y aparecer en la foto) y tenemos que leer “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”.
Regresé a casa, con la adrenalina recorriendo mis venas. No hay cantidad de trabajo que resista una excelente organización, así que fui a comprar algunos materiales nuevos para darme ánimos. Cuando ya tenía la mesa lista, empecé a trasladar los textos del antiguo insignificante cuaderno, a mi trapper del colegio, que valió la pena haber conservado. Podía pasar a Diseño ahora, a investigar por internet… donde está mi blog… que tiene ese template que ahora no soporto… y que me veo en la angustiosa necesidad de modificar… y no funciona!.. pero tal vez logro modificar el original… mañana puedo trabajar en Diseño…
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