Después de superar unos cuantos obstáculos técnicos que retrasaron la inauguración de la semana de la arquitectura en el blog, es un honor para mí comenzar este evento con una crítica arquitectónica de una persona a la que respeto, admiro y quiero muchísimo. Yanis Díaz nos presenta un ensayo que realizó para la clase de Teoría de la Arquitectura 3, hace un poco más de dos años, en la que se sitúa desde una perspectiva deconstructivista para analizar uno de los edificios –tristemente- más representativos de la ciudad de Tegucigalpa: el Mall Multiplaza.
El “mall (o mejor escrito, mol)” como mejor se le conoce no crea ni destruye. Una simple estructura cúbica siguiendo los mismos burdos cánones de lo sencillo o lo simple, lo funcional del modernismo, dejando a un lado la expresión formal que refleje algo más que “estabilidad”. Nótese las comillas, porque cualquiera que haya puesto algo de atención en esa llamada “estabilidad” notará que la fabricación no es concreto; durapax parece, y una simple capa de repello y color parecen ser suficientes para maquillar.
Al parecer, la funcionalidad impera sobre la formalidad sin detenerse a pensar: “qué se quiere expresar?” ni siquiera un intento mediocre de reflejar algo que todos escaseamos: identidad. Nada despampanante o grandioso, una simple supuesta roca de concreto es el reflejo de nuestro ocio. Las tiendas, los restaurantes por sí solos no llaman la atención. La atención debe ser algo que impacte y no deje salir al visitante; algo que deje boca abierta y que cada persona que ingresa se diga a sí misma: “impresionante”, “increíble”, o más común entre jóvenes “que fume!”.
Algunas tiendas intentan hacer una débil expresión por sobresalir en los diseños de los locales, pero ante un leviatán modernista, que todo lo abarca y que todo lo quiere para sí, en esta cultura, parece difícil de plasmar. ¿Tan complicado resulta ser una expresión que refleje sentimientos o emociones? ¿Acaso el tamaño es lo único que puede concebir la mente del hondureño, que piensa que por su grandeza la estructura va a resaltar? Lastimosamente, diseñador y visionario del proyecto sabe la mentalidad hondureña: esquiva a lo nuevo, esquiva a lo que desconoce, y su consecuente satanización. Pareciere que el movimiento modernista funciona como cual Inquisición, orientando a las mentes hondureñas de forma sutil hacia su adoración y asombro, y evitando y satanizando (no con ataques hacia las nuevas tendencias, pero con el simple hecho de no crearlas) cualquier obra vanguardista.
Cierto, cumple su función: atraer público, lograr que consuman, que gasten su dinero en ocio, un desprendimiento de la realidad en el sentido de distracción. Pero y la forma ¿qué? Se deja a un lado y se espera que con tal que cumpla función y que las tiendas en su interior logren atraer la mirada y desviarla de las obvias faltas de atención a la forma que la estructura completa posea. Es más fácil distraer desde el interior y atraer desde el interior con un mediocre juego de colores y luces, que utilizar la obra en sí, la majestuosidad de la forma para atraer y crear asombro y deseo de ver y visitar.
Pucha, eso fue hace tanto... tan joven e inmaduro estaba que hasta se nota con ela crítica hahahaha. la Arq. Ardovini estaría tan decepcionada de mí si leyera esta crítica hahahahaha :P
ReplyDeleteSin embargo, son ese tipo de cositas de las cuales hacen que uno y mucha gente sienteo orgullo. :P
ReplyDelete¬¬
ReplyDeletejaja...
Ooooops
ReplyDeleteCreo que no sólo en la arquitectura sino en todos los ámbitos en Honduras florece la creencia de que crear algo estético es simplemente desperdiciar el dinero, ya que se considera que ni las clientes se fijan en eso ni los dueños de las tiendas se preocupan. Y de hecho ¿Qué tanto le interesa al visitante promedio de un centro comercial en Honduras que el diseño sea bueno?, la gente prefiere ir por si tiene las tiendas exclusivas, los mejores cines, bares, etc, etc, etc.
ReplyDeleteTeguuuss, te extraño!!!! ( aunque sea el feo molote :P )
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