25 May 2008

Lo bueno de ser joven es no ser viejo

¡Qué maravillosa es la sensación de tener todas las puertas abiertas, la vida por delante, las posibilidades infinitas! En estos momentos gloriosos, cualquier cosa que pase es buena; como no hemos pasado por mucho, no tenemos estándares pasados que igualar o sobrepasar, ahorita cualquier experiencia es ganancia. Hemos dejado atrás la impotencia de la infancia, y se ciernen sobre nosotros responsabilidades que aprehendemos con mucho entusiasmo: los deberes que nosotros hemos elegido son redentores, liberadores, y nos llevarán hacia la total emancipación, el libertinaje que por mientras tenemos que aparentar que no aprobamos.

Nada nos retiene o nos ata a ningún lado, a ninguna persona. No nos sentimos particularmente obligados a nada con nuestro suelo natal; este país que nuestros antepasados vendieron de forma tan descarada y que nos heredaron en tan pésimas condiciones, se pueden podrir en él si quieren. Nosotros somos ciudadanos del mundo: nos sentimos extranjeros aquí, da lo mismo sentirse extranjero en cualquier otro lado. No tenemos deudas con nadie, puesto que desde siempre nos ha sido inculcado que cumplir obligaciones no es motivo de recompensas; no tenemos a nuestro cargo hijos, esposos, ni siquiera mascotas que intenten detenernos o diluir el egoísmo que hemos tomado como la máxima virtud, el credo inquebrantable.

Hemos tenido algunas decepciones amorosas, pero a estas edades nada cobra proporciones épicas como hemos presenciado en las generaciones anteriores. Nuestras elecciones son puras y desinteresadas; no están marcadas por la rutina ni la costumbre; no hay alianza de bienes, ni descendencia que nos obligue a permanecer juntos a pesar de las desilusión y la hostilidad encubierta. No hay que conformarse con nadie, no hay que sentir que tantas décadas de dedicarnos a un ser no deben tener un final rápido y sin dolor. Celebramos nuestro desapego, nuestra capacidad de cortar de raíz y sin consecuencias.

Nos levantamos todas las mañanas agradeciendo que todavía no somos seres humanos que se consideren formados, acabados, incapaces de aprender nuevas habilidades -sean mecánicas o emocionales-. Somos una tabula con las suficientes notas para estar conscientes de los privilegios de nuestra edad.

Nuestros placeres tienen un amplio espectro: disfrutamos de lo aprendido por osmosis en etapas previas, tanto la música como los libros antiguos son considerados respetables, pero sabemos que tenemos el deber supremo de comprometernos con el presente y crear nuestro propio legado y entender el de nuestros contemporáneos. No nos intimidan los discursos intelectuales y moralistas de los que nos condenan por glorificar la superficialidad, la vanidad, la ausencia de pudor en los medios de comunicación, en nuestras propias vidas; ahora, más que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad, una persona puede estar leyendo el blog de Belle de Jour en un momento, y al siguiente la Historia de la Belleza por Umberto Eco. El cielo es nuestro límite y no ocupamos aprobación externa.

Somos adultos, pero somos adultos jóvenes, no de ese linaje de los usados y amargados que tanto nos espantan. Kim Cattrall podrá ser una mujer muy atractiva, pero no nos engañemos, la vida se acaba a los 40 y espero nunca llegar allí.

Me disculpo por la canción… Es muy obvia, pero la juventud lo es también.

4 comments

  1. for a moment i remembered and relived kindly the nice effect of immortality those years bring. thank you... the good old days of youth :D

    oh!
    si los jóvenes supieran... y los viejos pudieran...

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  2. Que conste que dije que la vida se acaba a los 40, así que técnicamente sos joven todavía ;)

    Un abrazo

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  3. hmm...
    no se si sentirme joven por que aún no llego a esa edad, o asustarme por que ya me queda tan poco tiempo. ;)

    pero esta bien... vas a ver cuando tengas mis edades, los posts puede que giren en temas sobre lo que se disfrutan. LOL

    cuidate mucho!

    dz

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  4. Jejejeje no tenés idea como estuve buscando esa canción el otro día con una amiga.
    Pero no le temás tanto a los 40s mira a Madge como está una década después, mira a Helen Mirren!

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