Cuando en Teoría 3 nos pusieron a hacer una crítica de un edificio en Tegucigalpa, no pude evitar reseñar uno de mis construcciones favoritas: el antiguo banco de las Fuerzas Armadas, por el arq. Rodolfo Zepeda. Escribí esto hace tanto tiempo, pero aún el día de hoy, ese edificio hace que me sienta dichosa de estudiar arquitectura.
“En la arquitectónica deben adquirir visibilidad el orgullo, la victoria sobre la fuerza de la gravedad, la voluntad de poder; la arquitectura es una especie de elocuencia del poder expresada en formas.”
Friedrich Nietzsche, “Crepúsculo de los ídolos”
Según el Existencialismo, cada hombre es el Hombre, es decir, cada individuo representa a toda la Humanidad, llevando adentro suyo las mismas posibilidades y las mismas responsabilidades de vivir como todos los demás deberían de hacerlo. De la misma forma, cada edificio es la Arquitectura, y debe ser un testimonio de cómo deberían de ser todas las otras construcciones. Algunos arquitectos asumen conscientemente esta tarea y expresan a la perfección los valores que deben regir los espacios que ocupamos. El arquitecto Rodolfo Zepeda, en el edificio del Banco del País, es uno de ellos.
Este edificio, una combinación de formas cuadrangulares y paralelepípedas adosadas entre ellas, y como elemento principal de fachada un cilindro horizontal sostenido por dos inmensas columnas, fue concebido originalmente para el Banco de las Fuerzas Armadas, Banfaa. De ahí su tamaño monumental que reduce a la nimiedad a las personas que pasan por él. El edificio las engulle, como bacterias dentro de una ballena. Es imposible no sentirse abrumado por su escala. Pero es ese uno de los propósitos de la arquitectura: provocar una reacción visceral en la gente, ya sea de agrado, rechazo, insignificancia o grandeza. No hay nada más triste que una construcción que uno atraviese en la más completa indiferencia, como si de cualquier caja de piedra se tratara.
La buena arquitectura tiene una filosofía que le da sentido. De esa forma se convierte en una traducción física de una intención intelectual o emocional. Un banco creado por militares tiene que reflejar el poder, la fuerza bruta, la violencia que caracteriza a su institución. No se puede esperar menos de él. Y es justamente lo que se siente cuando uno sube por las gradas casi templarias de la fachada frontal, o cuando se tiene encima suyo el cilindro con forma de cañón que le da identidad al edificio. En este caso no se ven curvas, cascarones o estructuras con formas orgánicas, pero no vienen al caso debido al carácter detrás de su concepción.
No tiene necesidad de recurrir a clichés historicistas, a decoraciones innecesarias o a colores extravagantes. Los volúmenes puros hablan por sí mismos (y dejan en ridículo a todos esos arquitectos que en pleno siglo XXI siguen usando elementos de civilizaciones antiguas como si eso fuera a hacer sus construcciones dignas de ser recordadas dentro de dos mil años). Eso no quiere decir que aunque el edificio sea sobrio, caiga dentro de lo insípido o lo simplista. Hay una estética elegante en la disposición del vidrio, en el uso de la piedra y en los colores del concreto: colores fríos pero no inhumanos.
Actualmente el Banco de las Fuerzas Armadas es historia, pero el edificio sigue teniendo varios usos: desde el Banco del País, el Instituto de Previsión Militar, las oficinas de Amanco y el Registro Nacional de las Personas. Todos ellos con distintas características, y aún así reunidos bajo un mismo techo. La verdad es que eso de alguna forma traiciona a la edificación, por que se le asigna tareas para las que no fue concebida, pero si logra satisfacer necesidades alternas de una manera satisfactoria sólo está demostrando que además de majestuosa es versátil y poli funcional. Aún así, la esencia del edificio sigue siendo la misma, y su capacidad de transmitir una sensación de invencibilidad a las personas que lo visitan, sigue siendo la misma, independiente del uso que se le dé.
Son contadas las construcciones en Tegucigalpa que son capaces de expresar todo lo que esta en particular logra con destreza y maestría. La Arquitectura puede descansar tranquila: tiene una excelente representación en este edificio.
Friedrich Nietzsche, “Crepúsculo de los ídolos”
Según el Existencialismo, cada hombre es el Hombre, es decir, cada individuo representa a toda la Humanidad, llevando adentro suyo las mismas posibilidades y las mismas responsabilidades de vivir como todos los demás deberían de hacerlo. De la misma forma, cada edificio es la Arquitectura, y debe ser un testimonio de cómo deberían de ser todas las otras construcciones. Algunos arquitectos asumen conscientemente esta tarea y expresan a la perfección los valores que deben regir los espacios que ocupamos. El arquitecto Rodolfo Zepeda, en el edificio del Banco del País, es uno de ellos.
Este edificio, una combinación de formas cuadrangulares y paralelepípedas adosadas entre ellas, y como elemento principal de fachada un cilindro horizontal sostenido por dos inmensas columnas, fue concebido originalmente para el Banco de las Fuerzas Armadas, Banfaa. De ahí su tamaño monumental que reduce a la nimiedad a las personas que pasan por él. El edificio las engulle, como bacterias dentro de una ballena. Es imposible no sentirse abrumado por su escala. Pero es ese uno de los propósitos de la arquitectura: provocar una reacción visceral en la gente, ya sea de agrado, rechazo, insignificancia o grandeza. No hay nada más triste que una construcción que uno atraviese en la más completa indiferencia, como si de cualquier caja de piedra se tratara.
La buena arquitectura tiene una filosofía que le da sentido. De esa forma se convierte en una traducción física de una intención intelectual o emocional. Un banco creado por militares tiene que reflejar el poder, la fuerza bruta, la violencia que caracteriza a su institución. No se puede esperar menos de él. Y es justamente lo que se siente cuando uno sube por las gradas casi templarias de la fachada frontal, o cuando se tiene encima suyo el cilindro con forma de cañón que le da identidad al edificio. En este caso no se ven curvas, cascarones o estructuras con formas orgánicas, pero no vienen al caso debido al carácter detrás de su concepción.
No tiene necesidad de recurrir a clichés historicistas, a decoraciones innecesarias o a colores extravagantes. Los volúmenes puros hablan por sí mismos (y dejan en ridículo a todos esos arquitectos que en pleno siglo XXI siguen usando elementos de civilizaciones antiguas como si eso fuera a hacer sus construcciones dignas de ser recordadas dentro de dos mil años). Eso no quiere decir que aunque el edificio sea sobrio, caiga dentro de lo insípido o lo simplista. Hay una estética elegante en la disposición del vidrio, en el uso de la piedra y en los colores del concreto: colores fríos pero no inhumanos.
Actualmente el Banco de las Fuerzas Armadas es historia, pero el edificio sigue teniendo varios usos: desde el Banco del País, el Instituto de Previsión Militar, las oficinas de Amanco y el Registro Nacional de las Personas. Todos ellos con distintas características, y aún así reunidos bajo un mismo techo. La verdad es que eso de alguna forma traiciona a la edificación, por que se le asigna tareas para las que no fue concebida, pero si logra satisfacer necesidades alternas de una manera satisfactoria sólo está demostrando que además de majestuosa es versátil y poli funcional. Aún así, la esencia del edificio sigue siendo la misma, y su capacidad de transmitir una sensación de invencibilidad a las personas que lo visitan, sigue siendo la misma, independiente del uso que se le dé.
Son contadas las construcciones en Tegucigalpa que son capaces de expresar todo lo que esta en particular logra con destreza y maestría. La Arquitectura puede descansar tranquila: tiene una excelente representación en este edificio.
Hola me llamo Eduardo, yo también estudio arquitectura (pero en la chilo, es una larga historia) y trabajo como dibujante, aunq creo q soy de la generación de "Rafael" a quien describes en uno de tus publicaciones en el blog, en fin, caí aqui por accidente buscando fotos de terrenos para un reporte de obra y comencé a leer tu blog, me parece muy interesante su contenido y la manera en la q lo escribís, te contacto aquí porque no encuentro una dirección de correo para escribirte directamente, si fueras tan amable de proporcionarmela, te mando la mía vampire.lust.e@gmail.com
ReplyDeletela verdad es que me pareces una persona interesante y me gustaría compartir opiniones acerca de nuestro incomprendido mundo de la arquitectura y otros temas generales...
Sigo pensando que gracias a la internet se puede conocer gente interesante...
Ha! Buenísima! Nunca había leído esta crítica. En serio, ya no voy a ver al edificio de la misma manera. Excelente trabajo
ReplyDeleteNo se si lo habias notado, pense que lo ibas a mencionar, y es algo que yo habia escuchado (corregime si no es asi ) pero si lo ves de lado el edificio parece como un cañon de pistola, y esto es a propósito por que era el diseño del edificio del banco de las fuerzas armadas.
ReplyDeleteSip, lo escuché antes de que encontrara la relación, y siempre he querido preguntarle al arquitecto si fue a propósito.
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