27 December 2008

El cono de los recién casados

He estado muy perturbada por la reciente ola de matrimonios y/o embarazos no deseados de varias personas con edades cercanas a la mía, relacionadas con mi entorno más o menos inmediato. Parece algún tipo de inquietud o virus generacional que se ha ido propagando, en muchos a la fuerza, en otros -aún peor- por voluntad propia. Al ser estos escritos, y todos los sucesos que los respaldan, monumentales odas al ego la pregunta inevitable se presenta: qué significa esto. Debería estar considerándolo como una opción para mi propia vida, un atisbo a mi futuro, algún tipo de deseo reprimido que veo manifestarse en los demás, o por el contrario, algún tipo de advertencia o amenaza de parte del universo. Con la excepción de muy pocos niños (5 en total), esas criaturas me inspiran de todo, menos ternura. No puedo ni siento interés en aprender a cargarlos, alimentarlos, vestirlos y enseñarles todo lo que sé sobre música, libros, arquitectura o televisión. Siento una lástima políticamente incorrecta por todas las personas que deben ver truncados sus sueños o postergadas sus satisfacciones inmediatas por tener responsabilidades de ese tipo. Llego al extremo de explicar las neurosis de las mujeres más desequilibradas de “Rock of love” al hecho de tener hijos y tener el descaro de andar en esos pasos.

La sensación de que mi existencia apenas comienza no me es muy usual, aunque esté fundamentada en la realidad, pero al imaginarme el futuro e idealizar lo que podría ser mi vida, criar a otro ser aparece como la última cosa en una lista exagerada de metas que me gustaría cumplir para sentirme realizada. Desde el fondo de mi alma me gustaría creer que lo peor ya pasó y que cosas buenas están por llegar, que la etapa fácil es la que está empezando y sólo puedo visualizar un hijo como el peor de los inconvenientes. Me angustio por cosas tan mínimas que una persona normal enfrentaría con el mejor de los ánimos que no quiero ni pensar en preocuparme por estabilidad económica y psicológica para alguien más, que de por sí va a representar mi legado a la humanidad. Se suman las consecuencias de no lograr proveer ese ambiente ideal. O peor, proveerlo pero que igual mi engendro sea una criatura sin dirección, disciplina o responsabilidad. Que no estudie, no trabaje y no sienta la necesidad tampoco; que ande vagando sin ley con quien sabe qué compañías, sin pensar por un instante en lo que va a dedicarse después cuando yo no esté en la capacidad de mantenerlo. Me tomo de una manera demasiado personal las decisiones innegablemente equivocadas de mis amigos, sería aún peor si ellos fueran mis hijos. (Eso plantea otra cuestión: si a sus propios padres no les importa que ellos sean unos irresponsables, ¿por qué me tiene que interesar a mí? ¿Por qué insisto en desperdiciar mis energías en gente que no se lo merece?)

Con respecto a la gente joven que decide casarse “por amor”, aparecen otros factores. Por ellos me corroe la envidia. Me gustaría ser tan optimista, ilusa, espontánea y tener tanta fe como para tener el valor de casarme a los 23 años. No voy a decir tan enamorada porque no creo que eso sea lo más importante, pero no hay forma de callar las voces de mis amigas con quienes nos reímos de gente así, de mi madre que dice que no hay que casarse antes de conocer el mundo, la voz de mi conciencia desde los 10 años que no me perdonaría jamás caer en la misma trampa que todas las mujeres que me rodean y que han desperdiciado el potencial tan grande que tenían por hombres e hijos, ninguno de ellos que haya probado que valía la pena. Quisiera desear tan poco, exorcizarme de tanta ambición para conformarme con algo tan sencillo como ser una ama de casa, aprender a ser feliz con las “cosas de mujeres” que siempre me han querido enseñar y que justamente por ser sólo de mujeres he repudiado tanto. Quisiera estar en un lugar donde no me atormenten las expectativas ni los juicios de los demás para ver si realmente quien soy es lo que me gusta y no es que me he moldeado justamente para contradecir a todo mundo. Quisiera, con todo el corazón quisiera, pero no puedo. Soy la bastarda más egoísta de este planeta y no tengo otro remedio más que alegrarme por ello. Levantarme todas las mañanas con la tranquilidad de no tener a nadie que dependa de mí, que se vea afectado por mis decisiones, o a quien tenga que cuidar por algún tipo de deber o cariño. Soy libre, tan libre como la misantropía y la decepción me lo permiten, pero puedo darme ese lujo y no sentirme culpable al respecto.

4 comments

  1. Muy de acuerdo con tu opinión,aunque nunca he concordado eso de "un hijo como un legado" cuando hay tantas cosas más importantes; pero cada persona tiene sus prioridades y deben respetarse.

    La verdad todos pasamos por esa étapa de ver a personas que, como una especie de epidemia (no encontré una palabra menos fuerte), comienzan a casarse o tener hijos, a mí me pasó hace uno o dos años. Es normal sorprenderse cuando uno no espera que esos sucesos se den tan pronto y más si cree que los propios intereses pueden reflejarse en los demás.

    Marcela, tu mamá tiene razón y agrego que no es egoísmo, sencillamente uno no está preparado para eso, lo cual siempre he visto como lo más serio y dificil del mundo. Mis respetos para los lectores de este blog que son padres, yo no puedo siquiera concebir la idea de serlo; porque me aterra.

    Feliz año nuevo a todos.

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  2. No te sintás tan egoísta, el hecho de que no te gusten los niños puede ser por algunos en especial que tengás a tu alrededor y que son de esos niños insoportables, yo gracias a mis sobrinas casi odiaba a los niños pero tal vez sea sólo mi caso.

    Y tenés razón, no hay que conformarse con esa vida de ama de casa, ¿por qué hacerlo? ¿quién dice? Qué bueno que tu mamá te haya enseñado eso, no hay nada peor que esas mujeres machistas que piensan que no sirven para otra cosa que para servir a su esposo e hijos.

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  3. Bueno... como vez es una etapa normal... a unos nos da mas tarde o temprano q otros (segun como se vea) pero si yo pase eso a los 26... juuu no se como me hubiera sentido a los 23 con esos pensamientos...
    pero bueno...

    creo que las grandes personas por una u otra razon pensaron siempre en postergar su legado genetico para mas tarde... a algunas lo terminaron sorprendiendo... tarde o temprano los sorprendieron... por eso.... USA SIEMPRE CONDON

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  4. En algún momento mas o menos comenté sobre esto en un post.

    Yo mido el egoísmo de una forma distinta: para mí egoísmo es traer una criatura al mundo por 'satisfacer' una parte de mi vida. Por pensar que soy más hombre (o más mujer en el caso opuesto) por que uno se realiza agrandando la patria. Hay hijos que nacen por 'solventar' matrimonios (que por supuesto no pasa), por 'realizarse', y demás estupideces.

    Alguien no egoísta pensaría que dadas las posibilidades, tal vez no es ni el momento ni el lugar para que una nueva vida se asome y tenga que enfrentar de golpe todo lo que se vive en la actual y convulsa sociedad.

    Yo amo los niños! Vengo de una familia grande y me ha tocado particpar demasiado de cerca en la crianza de dos. No me arrepiento, me encantaría tener muchos... Pero... aquí y ahora?

    Sigo considerando que es uno de los mejores legados de amor que puedo dar a mis hijos, el no darles este entorno para vivir.

    Se me hace muy enajenado e inmaduro también traer hijos al mundo por que ellos le den a uno la felicidad que uno no ha sido capáz de encontrar. Puede decirte alguien con esa mentalidad, por lo tanto, egoísta con algo de sentido moral?

    Además, no te quedaría tiempo para escribir estos posts tan geniales.
    Un abrazo

    dz

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