“Lo incierto (…) es el suelo fértil de creatividad pura y libertad. Lo incierto significa entrar dentro de lo desconocido a cada momento de nuestra existencia. Lo desconocido es el campo de todas las posibilidades, siempre frescas, siempre abierto a la creación de las nuevas manifestaciones. Sin lo incierto y lo desconocido, la vida no es más que una repetición viciada de memorias gastadas.”
D.C.
D.C.
Me acuerdo que en enero visualizaba lo que sería todo este año con una mezcla de angustia y emoción. Por una parte había cumplido con todos los requisitos académicos dentro de la universidad pero no tenía ni una ligera idea de dónde iba a hacer la práctica ya que ni siquiera conocía los lugares donde podía hacerla. Tampoco tenía certeza de si iba a quedarme trabajando adonde fuera a caer o qué pasaría después de eso. Me sumergía en lo desconocido con algunas celebraciones garantizadas como cumpleaños o graduaciones. 6 meses después y la incertidumbre dejó de ser el campo abierto para realizar mis más grandes aspiraciones juveniles para parecerse a aquella película de dos náufragos que están perdidos en medio del océano y que nunca son rescatados.
Desde hace 3 meses las mañanas son las mismas: me levanto con el sonido de helicópteros, sirenas de ambulancias o patrullas, los ruidos de manifestaciones a lo lejos. Me despierto y rápidamente pongo los canales de los extremistas para ver qué nuevo desastre hay hoy. Pero los acontecimientos no vienen en paquetes manejables, digeribles; en cuestión de minutos todo puede cambiar. Hay una nueva cadena, un nuevo toque de queda, una nueva toma de calles.
Las cosas no mejoran y ciertamente no la moderación en las reacciones de las personas. Me consume la decepción al entrar a las páginas de redes sociales y encontrarme con las mismas quejas y reclamos que nunca van acompañados de razonamientos o argumentos (al mismo tiempo no logro dejarlas porque paso tan encerrada y son de mis pocas conexiones al mundo). No logro discernir entre los que son ignorantes en su extremismo, los que dependen de su radicalismo para vivir y aquellos que son carretas de sus amigos fulminados por la cólera, pero una de las peores cosas es ver a aquellos que atacan lo mismo que son o todo aquello a lo que le deben el estilo de vida que tienen. Como aquellas personas, de muy buen estatus por cierto, que escriben en mayúsculas “Que se acaben las clases privilegiadas!”, cuando yo podría darles un recuento de lo privilegiados que son, a expensas de muchos otros. Todo mundo se dedica a insultar y a despotricar en contra de los del bando contrario sabiendo perfectamente quiénes de sus conocidos están en desacuerdo con ellos. No dejo de preguntarme si esos son insultos indirectos en forma pasivo-agresiva y más de alguna vez me encuentro con ganas de preguntarles si se están refiriendo específicamente a mí aunque tal vez sólo lo digan a los cuatro vientos. Se agrava cuando empiezan a decir cosas que no han comprobado como ciertas pero como suenan mal vale la pena decir, a firmar peticiones absurdas y ridículas, o decir cualquier tipo de cosas que me hace avergonzarme en llamarlos mis amigos pero que nuestra historia personal me detiene para borrarlos mientras todo esto pase. Esperaba más de muchos de ellos. He perdido mi respeto, mi admiración incluso (porque habían muchos que yo aspiraba a emular) y después de haber visto este aspecto de sus personalidades creo que de los saludos a lo lejos no vamos a pasar nunca más, ya sea por sus posiciones pero encima de todo por la forma en que las expresan. Pelear y agredir no convence a nadie, no aporta credibilidad a ninguna causa y deja una muy mala imagen de ellos mismos. La Verdad y la Justicia no necesitan defensa, no una de tan mala calidad en todo caso.
La ilusión de sentirnos seguros es sólo eso: una mentira que nos contamos para poder funcionar dentro de los límites de la normalidad. ¿Pero acaso estamos mal por pedir un poco de orden? Tal vez la Historia de Honduras ocupaba esta sacudida, probablemente sólo seamos víctimas de estar en el lugar incorrecto en el momento incorrecto, pero como individuo yo reclamo mi derecho a tener una vida estable, con mis garantías constitucionales a salvo y maldigo a todos aquellos que por querer aparecer en las páginas de los libros de historia que nuestros hijos van a estudiar estén dispuesto a destruir este país y a llevarse a todos sus pobladores de encuentro.
Así que mañana será otro día en el que no se sabe qué va a pasar. Es el campo de potencialidad pura y creatividad infinita. A navegar en la oscuridad esperando agarrarnos de algo, o que la caída al final del abismo no sea tan dolorosa.
Por lo menos no sos la única persona que opina exactamente lo mismo (respecto a ese tema).
ReplyDeleteTe entiendo perfectamente. Ojalá que no sea tan dolorosa esa caída.
ReplyDeletecreo q todos no estamos conformes con la situacion actual del pais... y a todos nos afecta... respeto tus posturas y aunque no las comparto tengo que reconocer que hay razon en decirlas...
ReplyDeleteDifiero en la paz y la justicia, estas se luchan y se custodian con todas las fuerzas...
recorda tambien que... "lastimosamente toda lucha que hoy vemos como un gran avance, (revolucion francesa como ejemplo) fue iniciada desde el levantamiento inclusive armado, de las clases sociales bajas..."
no soy un estimulador de los levantamientos armados, pero justamente estos llegan cuando ya el dialogo no tiene respuesta... estos se dan cuando los mismos opresores (sea quienes sean) se hacen los sordos y solo velan por sus propios intereses...
termino como empece...creo q todos no estamos conformes con la situacion del pais... y añado HONDURAS NECESITA CAMBIOS...
que seria de nuestro mundo sin la libertad, fraternidad e igualdad, que de una u otro manera la revolucion francesa consiguio??, que sera de nuestra Honduras si como ciudadanos no reconocemos que hay que buscar mucho mayor justicia social??...
Saludos marce