Yo culpo a los cursos Dale Carnegie por ese montón de preguntas que hago cuando empiezo a conocer a las personas. Su eslogan para ser una persona sociable y tener muchos amigos es “Interésate sinceramente en los demás” y eso para mí significa en convertirse en una Barbara Walters, Geraldo Rivera, Oprah, Larry King, Jerry Springer, Judge Judy o señorita Laura, según las circunstancias. Dale Carnegie ciertamente tendría muchos fans en el siglo XXI, pero siempre hay unas cuantas personas que malinterpretan mis intenciones, se sienten amenazados por el interrogatorio o sencillamente no son capaces de apreciar mis habilidades de socialización aprendidas, porque Dios sabe que con la edad las he olvidado. Yanis nunca se espantó ante mis irritantes inquisiciones y para mi gran sorpresa jamás hubo tema demasiado personal, tabú o ridículo del cual no pudiéramos hablar. Así fue desde el principio y todavía sigue siendo de esa manera. Justamente ayer, cuando estábamos en una de esas pláticas, me empecé a dar cuenta que de forma lenta y silenciosa grandes cambios han estado operando en mi forma de ser o por lo menos en mi forma de ver la vida.
Con toda honestidad creo que se me ha dado la oportunidad de venir a este país, ciertamente para que ampliara mis horizontes profesionales, también para dejar descansar al Universo con mis peticiones insistentes de estudiar, viajar y conocer el mundo pero en gran parte para ponerme en los zapatos de muchas personas que he juzgado radical y cruelmente en el pasado. Desde mi cómodo y conocido nido en Honduras se me hacía muy fácil creer que si las circunstancias hubieran jugado a mi favor para estudiar en el extranjero desde que salí del colegio hubiera aprovechado más o hecho las cosas de manera diferente a todas las personas que vi irse del país. Pero si bien he aprendido muchas cosas académicas, las lecciones de empatía y humildad han sido las más grandes que he recibido en estos meses.
Honestamente puedo decir que entiendo cuando las personas terminan con sus novios de muchos años para empezar una relación con quien hasta hace poco era un desconocido. Lo que en un ambiente controlado y habitual parece ser inquebrantable, permanente e indiscutible no tiene mucha validez en este universo paralelo, de gente nueva todos los días, de conexiones pasajeras, donde más de una vez en el día uno se encuentra solo, sin nadie que hable tu mismo lenguaje cultural. Las relaciones a distancia son una atadura, portadora de culpas y frustración cuando constantemente tienes que estar vigilando tu comportamiento para no crear falsas expectativas. Estás aquí pero no estás disponible y por ende no hay posibilidades, no deberían de haberlas en todo caso. Es aún peor cuando uno pasa de ver todos los días, de contar todo el tiempo con aquella persona y cuando tu horizonte social se había limitado a tu novio y eventualmente a unos pocos amigos. Y pasar de la felicidad de la asfixia a unas cuantas insípidas llamadas borrosas por skype, difícilmente puede llamarse el ideal de un noviazgo. Pero la vida continúa; se recupera la individualidad, se desarrolla la independencia pero uno regresa a ese estado de profunda soledad que tenía muchos años de no experimentar; el desarraigo inicial es muy fuerte. Uno puede tener amigos, conocidos, estar constantemente rodeado de gente, pero el atractivo de un novio para los ermitaños de mi naturaleza es que es una relación donde no hay necesidad de aparentar e impresionar, es una libertad y una paz como ninguna otra interacción puede proveer. Y dos años pueden parecer pocos relativizados con respecto a la esperanza de vida, pero llega un momento en que el compromiso principal debe ser con el presente porque es lo único que es seguro, es lo único que hay.
También solía desilusionarme cuando escuchaba que fuera del país uno llegaba a relacionarse con otros extranjeros en lugar de aprovechar a conocer a los nativos. Decepción adicional si escuchaba historias de relaciones con personas del mismo país que no se conocían antes de irse. Mi ingenuidad no me hacía comprender que las afinidades se establecen por experimentar cosas similares y no hay forma de hacerle comprender en todas sus dimensiones a una persona que nunca ha salido de su país lo que se siente ser expatriado. Los únicos que pueden entender son los que han vivido lo mismo que vos. Somos todos humanos, pero me pasa más de una vez que con los franceses no se me ocurre nada de qué hablar. Cuando conozco a aquellos que han viajado y sobre todo a los que han vivido varios meses en otro país la conexión es más fácil, pero en he tenido serios episodios donde me pregunto cuál es mi problema, por qué no soy capaz de relacionarme con otras personas, qué es lo que estoy haciendo mal. Lo reconozco, soy un bicho raro acostumbrado a pequeños grupos de amigos, un fenómeno constantemente reproducido en todos los ambientes en los que me he desarrollado, pero las familias artificiales también tienen sus disfuncionalidades y aquí tengo interés a expandir mis círculos de amistad si acaso quiero sobrevivir, o disfrutar el tiempo que esté. Todavía estoy aprendiendo, necesito un poco más de tiempo.
Cuando mis compañeros del colegio regresaban cada año a Honduras en lugar de irse a conocer Europa me parecía un típico caso de Dios dándole pan al que no tiene dientes. Los apegos familiares, las nostalgias gastronómicas eran cosas que me parecían risibles, inconcebibles. Las nociones de patria, de raíces, me sonaban como algo arcaico en este mundo globalizado, donde las fronteras deberían de dejar de existir de una vez por todas. ¿Por qué querer constantemente reproducir tu hogar en ambientes diferentes? Mejor no salir de él desde un principio. Pero ahora también entiendo que la lejanía es desestabilizadora y que tu casa es un polo a tierra que puede ayudarte a sobrellevar el resto del tiempo que debes estar fuera. Los cambios aquí son constantes y muchas veces bruscos, aquí nada permanece estático por mucho tiempo y en cuanto uno se acostumbra a algo es cuando está a punto de terminar. El país natal se perfila como ese paraíso perdido (aunque en realidad nunca fue ideal) donde las cosas no cambian, donde el cariño de tu familia y seres queridos es incondicional, donde uno cree poder refugiarse cuando este torbellino se disipe. Todos los desacuerdos o peleas que pude haber tenido con mi familia parecen tan absurdos, tenerlos lejos me ha hecho darme cuenta de todo lo que aprendí con ellos. Y pues, a pesar de que estoy aprendiendo a disfrutar el café de Etiopía, creo que estoy condenada a seguir buscando en cada restaurante al que vaya la carne de Olancho, ni modo. Pero a pesar de todo no me hago ilusiones, ni mi nostalgia por la vida fácil y cómoda que llevaba antes es capaz de nublar la situación difícil y los problemas que tiene Honduras. El año 2009 me enseñó lo suficiente sobre la gente y el sistema del país, sobre cómo muchas cosas no van a cambiar, o por lo menos no para bien, sobre cómo es cuestión de tiempo para que todo estalle, para que las personas muestren sus verdaderos colores, sobre cómo muchas cosas van a ser para siempre irreconciliables.
En fin, creo que la lección más grande de salir y explorar es que no puede haber apego, a nada ni a nadie. La flexibilidad es esencial y no hay realmente ninguna rama a la cual aferrarse en medio de toda esta incertidumbre. La tranquilidad y la confianza tienen que venir de otro lado, de muy adentro del espíritu supongo. De algún fantasma del futuro que venga para decirte que las cosas van a estar bien y que no hay necesidad de preocuparse en este momento. De que fuimos polvo y polvo seremos y que esto es temporal y sin importancia.
"En fin, creo que la lección más grande de salir y explorar es que no puede haber apego, a nada ni a nadie. La flexibilidad es esencial y no hay realmente ninguna rama a la cual aferrarse en medio de toda esta incertidumbre. La tranquilidad y la confianza tienen que venir de otro lado, de muy adentro del espíritu supongo. De algún fantasma del futuro que venga para decirte que las cosas van a estar bien y que no hay necesidad de preocuparse en este momento. De que fuimos polvo y polvo seremos y que esto es temporal y sin importancia." Idem
ReplyDeleteNuff said.
Consideralo solamente el otro lado del polo que debés aprender. La vida con el tiempo te ayuda a balancear un intermedio entre esto y lo que pensabas antes. Extraño leerte, no por que no publiques, sino por que por ratos me pierdo yo. Te quiero mucho!
ReplyDeletedz