Por supuesto que hay más cosas que me gustan de Francia aparte de sus quesos y su arquitectura: los museos (por si nadie se había dado cuenta) y sus bibliotecas. Acostumbrada a los ficheros a punto de convertirse en polilla y a los salones de la Biblioteca central de la UNAH donde es prohibido siquiera ver los libros, cada vez que tengo que salir en expediciones de trabajo me pregunto si he muerto y llegado al Paraíso. Mi iniciación al sistema bibliotecario francés lo tuve gracias a la primera clase que llevé en la maestría, llamada “Herramientas de investigación”. A pesar del enorme susto que me dio el profesor el primer día de clases que llegó, no se presentó y nos pidió que sacáramos una hoja de papel para redactar lo que según nosotros es una buena monografía; sin agregar todas las cosas que nos preguntaba en todas las clases con el sobreentendido que deberíamos saberlas porque debimos haberlo aprendido en la licenciatura –y que obviamente yo no sabía-, el curso resultó muy instructivo y muy práctico para empezar a dar mis primeros pininos como investigadora.
Primero nos enseñó sobre las bibliografías, tanto los libros como las bases de datos sobre libros que traten un tema en específico. Como una monografía es tan buena como exhaustiva es su bibliografía es necesario encontrar la mayor cantidad de publicaciones, tanto en libros como en revistas o periódicos, relativas al tema que uno está estudiando, tomando como criterio inicial empezar con lo publicado más reciente, que en teoría, ya debería haber tomado en cuenta las investigaciones anteriores. Pero resulta que las bibliotecas recopilan libros y revistas completamente diferentes según su orientación y por ende uno debe aprender sus limitaciones, pero también a buscar correctamente. El primer buscador al que estuve expuesta es Babord, la Base Documental de las universidades de Bordeaux, que te permite encontrar por internet cualquier libro en todas las bibliotecas de todas las universidades de la ciudad, su ubicación y condiciones de préstamo. En caso de no encontrar lo que se buscaba allí está siempre el catálogo SUDOC que es el Sistema Universitario de Documentación. Aquí se extiende la búsqueda a todas las universidades de Francia lo que permite el maravilloso “Préstamo entre bibliotecas”. Uno puede solicitar a la biblioteca de su universidad que mande a pedir a cualquier lado de Francia y hasta en otros países, la tesis, el libro o la revista que uno andaba buscando; ella hace los contactos, pide la autorización de préstamo o fotocopia y te la trae en un tiempo muy corto, hasta en una semana si es en Francia, o un poco más si es desde otro país. Uno debe pagar una módica suma de 5 euros, pero realmente no es nada considerando lo práctico que es y eficiente que es: la solicitud se puede hacer desde la página de la biblioteca de Bordeaux 3, llenando un formulario, y ellos te contactan cuando ha llegado el trabajo que necesitabas.
Una vez agotados los recursos de las universidades normales, llegó el turno de explorar la Escuela Superior de Arquitectura y Paisajismo de Bordeaux. Los edificios de la escuela son muy interesantes y tienen una amplia mediateca donde cualquier persona puede suscribirse para alquilar libros, revistas o dvds, con descuentos especiales para estudiantes de Historia del arte, afortunadamente. La mediateca tiene su propio catálogo en línea y es de particular interés que recopilan todos los artículos del periódico local que tienen algún nexo con arquitectos, edificios o proyectos urbanísticos, comenzando desde 1994. Cuando no hay algo en esta mediateca está siempre Archirès, la base de datos bibliográfica francófona producida por todas las escuelas superiores de arquitectura del país. Aquí se encuentran libros, artículos pero también tesis o monografías de final de estudios que se han hecho en las escuelas de arquitectura que no siempre aparecen en Sudoc. Justamente debido a eso no tenía idea si las escuelas prestaban las monografías y ahorita que ocupaba dos de ellas, una de París y la otra de Nantes, contacté directamente a las bibliotecas para pedir permiso de hacer el préstamo. Ambas universidades me respondieron con el visto bueno y hasta me autorizaron a usar a domicilio los trabajos; por lo general autorizan sólo a consultación en el sitio.
Más allá de las universidades el sistema bibliotecario de la ciudad es inmenso: en Bordeaux hay 9 bibliotecas municipales en los barrios, una biblioteca móvil y la biblioteca central Mériadeck es un enorme y hermoso edificio donde todos los sueños se hacen realidad. Tanto en esta, como en todas las bibliotecas universitarias, los libros están al alcance del público, uno tiene libertad de consultarlos directamente, sin intermediarios, ya que están protegidos de manera similar a los productos en las tiendas. Mériadeck tiene 6 niveles, que incluyen un auditorio, un nivel para los niños, un piso sólo para música, películas y revistas, un nivel de documentación regional, otro de literatura y uno exclusivamente dedicado al patrimonio. Es toda una experiencia ir, y aún mejor, ver que en pleno sábado en la tarde se hacen filas de gente que está alquilando libros o películas. Jamás creí ver algo así.
Otro excelente descubrimiento han sido las bibliotecas de los museos. Para mi trabajo sobre el monumento de los Girondinos tuve la oportunidad de ir a la biblioteca del Museo de Aquitaine. Es más modesta en sus dimensiones, pero súper completa con cosas relativas a arquitectura y arqueología de la región. Me encantó trabajar allí y el bibliotecario ya me conocía de tantas veces que iba. Afortunadamente era un señor muy amable y me ayudó a contactar a una señora del fondo iconográfico del museo que muy gentilmente me prestó unas fotos del monumento para que las incluyera en mi trabajo. Tuve que firmar un contrato, el uso que puedo darle a las fotos es restringido a lo académico (aquí es una verdadera preocupación que las imágenes sean utilizadas en publicaciones) y tuve que enviarle una copia de mi trabajo, pero esos son detalles banales, realmente me ayudó muchísimo. El museo de arte contemporáneo y el museo de Bellas artes de la ciudad también tienen sus propias bibliotecas, pero hasta ahora no he podido ir a conocerlas. Y aunque no es una biblioteca per se, no puedo dejar de lado los Archivos Municipales, donde pueden consultarse documentos de entidades públicas y privadas de Bordeaux, con una antigüedad que llega hasta la Edad Media. Cuentan también con su propio fondo iconográfico, donde tuve la suerte de encontrar planos hechos por el escultor mismo del monumento que estudiaba, unos planos enormes hechos en acuarela, absolutamente preciosos. Como parte de nuestra clase nos dieron una pequeña formación para aprender cómo funcionan los Archivos y cómo se consulta en ellos, ya que tienen un sistema propio que no se parece al de las bibliotecas. Pudimos conocer sus bodegas de almacenaje, pero no se quedarán por mucho tiempo en su ubicación actual, el hotel de Ragueneau en el centro de Bordeaux, ya que se está construyendo actualmente su nuevo edificio, del otro lado de la Garonne, en la Bastide.
Realmente es un privilegio estudiar en estas condiciones, con tantos recursos a la mano y con tantas facilidades. Y sería demasiado afortunada si mi trabajo para toda la vida consistiera en estar sumergida en esos silenciosos templos donde está todo concentrado todo el saber sobre el mundo. Es por eso que mi lugar de peregrinaje obligado la última vez que fui a París fue la Biblioteca Nacional de Francia, un gigantesco y majestuoso complejo diseñado por Dominique Perrault. Son cuatro enormes edificios en L con fachadas en vidrio, dispuestos en los ángulos de un rectángulo, simulando libros abiertos, pero conectados subterráneamente entre ellos por varios pisos. Por ley, cada libro que se publica en Francia tiene que ser depositado en la BNF, así que es apenas imaginable la cantidad de obras que han de tener. Supongo que cada quien tiene diferentes Mecas en la vida, pues esta es una de las mías.
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