14 June 2011

Un post completamente mundano

Acabo de entregar mi monografía y para celebrar decidí ir a lavar ropa y regalarme un post. Como estoy desvelada mis frases corren el riesgo de no tener ningún sentido y no tengo muchas cosas particularmente trascendentales que contar. Sin embargo, si he conseguido mantener este blog casi por seis años, en los que Dios sabe que han sido de todo menos trascendentales, es porque las nimiedades cuando son compartidas se sienten mejor.

El jueves antepasado terminé de redactar la monografía, luego de lo que únicamente puedo describir como una reclusión extrema pero voluntaria. Sin embargo, por las mañanas lograba mirar el sol en nuestro “jogging” casi-regular. Estoy saliendo a correr por las mañanas con Esther y con Kathrin, una amiga también alemana, quienes con su característica disciplina germánica me avergüenzan de mi pereza y deplorable condición física. Generalmente mi intento de hacer deportes se limitaba a tres vueltecitas pinches alrededor de un parquecito cerca de mi casa, así que la primera vez que salí con las chicas no sólo fue un shock levantarme temprano (a las nueve de la mañana), si no también que rodeamos completamente mi universidad para la que hay que tomar el tranvía para llegar. Juro que casi muero de un infarto. Además, para colmo de males las pobres tuvieron que aguantar que en más de una ocasión sencillamente no podía seguir corriendo y bajaba la velocidad. El segundo día no me detuve sólo por la vergüenza de hacer el ridículo y para la tercera ocasión me había acostumbrado. Así que está justificado todo ese cargamento de ropa deportiva que me traje de Honduras creyendo que aquí no iba a encontrar.

Estar tantos días en la casa tiene sus consecuencias. Una de ellas es llegar a conocer demasiado a tus vecinos. Pamela se fue de vacaciones en esas semanas críticas, Esther es un amor pero mi tercer vecino ahora me parece insoportable. Es un chico de la India y sí, inserte aquí su mejor broma relativa a Raj en “The Big Bang Theory”, porque se parecen. La primera noche que llegó al apartamento, en enero, no salió de su cuarto y yo había salido cuando llegó. Lo conocimos la segunda noche, cuando con mis amigas lo invitamos a comer baleadas de los frijoles que Yanis había traído. Fue una cena agradable y él nos pareció muy simpático. Pero he aquí que luego de esa noche no hemos vuelto a compartir ningún otro momento, excepto esos segundos incómodos en los que sale de su guarida –que cierra con llave- nos dice hola, le preguntamos cómo está, dice que bien y se va. El algoritmo se repite si viene de regreso. El resto del tiempo pasa encerrado en su cuarto, hablando por skype con su novia en India (creemos que no ha de estar muy contenta que su novio viva rodeado de hembras), en unas conferencias que duran varias horas y en horarios completamente aleatorios: pueden variar desde las seis de la mañana hasta las dos de la madrugada. A veces ininterrumpidos. No exagero. Cuando sale a comer, que no es muy frecuente considerando su condición humana, lo hace en horarios completamente dignos de Hugh Hefner. Almuerzos a las cuatro de la tarde, cenas a las once de la noche. Y siempre cocina lo mismo: hierve una bolsa de arroz con huevos y cebollas y fríe muslos de pollo. La combinación es letal e inevitablemente invade el apartamento con un hedor que un día no me aguanté y le pedí que por favor activara el ducto de ventilación y abriera las ventanas de la cocina cuando cocinara. Desde que vive en nuestro apartamento (énfasis en el nuestro) ya no tenemos agua caliente para lavar los platos. Si bien él no tiene la culpa que su calentador de agua esté conectado a la cocina también, no entendemos cómo es que cuando Alice vivía allí sí podíamos lavar los platos en paz. Y cada vez que entra o que se va tira la puerta como si esta le hubiera hecho una ofensa mortal. Por supuesto que no limpia, al inicio le explicamos que queríamos que cada persona limpiara el cuarto comunal el fin de semana correspondiente a su número de cuarto, yo el primero, Esther el segundo y él sería el cuarto, pero por supuesto nunca lo hizo. Tratamos de hablar con él y es tan descarado que nos dice que sí, que va a hacerlo y a la hora de la hora es una gran decepción. Tolerábamos esta situación con la esperanza que a partir de septiembre que se renuevan los contratos de residencia él finalmente lograra su deseo de cambiarse a un cuarto individual, pero a saber qué carajos hizo en su aplicación que no se lo otorgaron y le renovaron su cuarto actual. Aguantar sus chachareos, sus olores y su displicencia otro año más, ¡qué tortura! Y estamos seguras que no insistió en conseguir su apartamento en solitario porque no habla francés y las señoras de la secretaría son particularmente poco serviciales, mucho menos tolerantes con los extranjeros. Además, nuestra teoría es que en su casa nunca tuvo que levantar ni un dedo para no tener absolutamente ninguna consideración con la otra gente que le tocó vivir con él. Pinches padres consentidores, les voy a mandar a los míos para que les den una lección.

En aras de la objetividad, tengo que confesar que nosotras somos peores vecinas que él. Como cocinamos juntas hacemos ruido con la televisión, con nuestras pláticas y siempre tenemos invitados los fines de semana. Nuestras comidas son mucho más olorosas, pero por lo menos son variadas. Y nuestros únicos argumentos a favor parecen sacados de las políticas extranjeras de las grandes potencias: nosotras somos más y estábamos aquí primero. Pero honestamente, no sé qué pensaban cuando decidieron ponernos un hombre en este armonioso “ranchito de amor” como le decía Adriana. Esta es una dictadura matriarcal y vivir con hombres deja mucho que desear. En tu propia casa no te permiten andar los domingos en la mañana despeinada y en pijama cuando no se quiere usar sostén. Si encima de eso no contribuyen a la casa y no hacen esfuerzos por lo menos para parecer simpáticos es casi inevitable que estemos conspirando para tratar de mudarlo de edificio. Afortunadamente vamos a descansar un poco de él ya que se fue hoy para su país y no volveremos a sentir su pollo frito hasta septiembre.

En otras noticias, por la mañana fui a imprimir mi trabajo, en lo que ha de ser la impresión a colores más cara de la Historia. Pero quedó hermoso, me lo empastaron tan bien y si no le tomé una foto es porque me iba a ver demasiado nerd. Fui a entregarlo a la secretaría de la carrera y me entregaron dos de cuatro trabajos escritos que hice en el semestre. Tres de ellos fueron en pareja y dos fueron evaluados por el mismo profesor, el encargado de arte contemporáneo que habla de todo por dos horas menos de arte contemporáneo. Su clase es horrenda, pero habíamos hecho un verdadero esfuerzo para sus trabajos. Nos puso un deplorable 13 en uno y 14 en otro. Lo que significa que el tercer ensayo en grupo tuvo un 16 y el que me tocó hacer en solitario tuvo un 17, algo épico ya que este semestre se invirtió lo que pasó en diciembre: saqué mejores notas en solitario que trabajando con otros. No tuve notas por debajo del promedio y no tengo que ir a recuperación en lo absoluto. Puedo disfrutar de mis merecidas vacaciones, maratones de Curb your enthusiasm, mis recién bajadas 6 temporadas de Sex and the city, la nueva temporada de True blood que va a comenzar pronto y finalmente volver a pasear en la ciudad. Además, como regalo de cumpleaños, Francia me va a regalar los descuentos de verano. Que comience la decadencia.

2 comments

  1. Larry5:26 PM

    hahha, calme-toi Dark girl, de seguro que tu super coloc va colaborar mas el proximo periodo.
    De otro lado, al menos trato de no oler feo. Pe igual ta cool tu blog
    ciao

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  2. Jajajajajajajaja, sí, me pasé con esa afirmación, ya la cambié. Gracias Larry!!

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