El único indicio que alguna vez he tenido a lo largo de mi vida que iba a terminar estudiando arquitectura ha sido que desde muy pequeña me gustaba mover de lugar los muebles en mi cuarto. Yo tenía metido en la cabeza que una nueva etapa de la vida comenzaba cada vez que cambiaba de lugar las cosas y todos mis muebles tienen arruinadas las patas porque yo los arrastraba por todas partes para probar cómo quedarían mejor. Cuando llevé Diseño 1 con el arq. (…), el único maestro de los 6 maestros que imparten esa clase que enseña criterios de funcionabilidad, lo primero que vine a hacer en cuanto aprendí cómo era una correcta circulación en un espacio fue a ordenar mi cuarto. Y desde entonces tengo serios problemas para cambiarlo. Es como si el conocimiento bloqueara la creatividad, porque es cierto que antes me solían quedar pasillos de 50 centímetros entre un mueble y la cama, pero yo era feliz sabiendo que todo estaba distinto.
Me he propuesto como regalo por egresar de estos 6 años de tortura auto infligida que mi proyecto de “graduación” sea la redecoración de mi cuarto. Voy a pedir que me financien unas cuantas latas de pintura, voy a rellenar todos los hoyos por todos los cuadros que he colgado, voy a comprar tela y negociaré si es posible realizar un librero que cubra toda una pared reemplazando de una vez por todas los diferentes muebles que andan por allí recopilando cosas sin discriminación. Voy a investigar apropiadamente: escribiré una lista con todo lo que según mi criterio debe tener un cuarto ideal, y para buscar ideas voy a desempolvar mis revistas y mis libros de casas. No más pizarra de la Sirenita, adiós cuadros de caricaturas de cuando estaba en primaria. Creo que la renovación que acaba de hacerle mi madre a las cortinas de florecitas va a tener que quedarse en otro lugar: llega el momento en la vida de toda jovencita en que tiene que dejar atrás su infancia para enfrentar las responsabilidades de la vida adulta y convertirse en una mujer. Las calcomanías de las hadas de Disney que me regalaron hace poco van a ser los únicos vestigios del pasado. (Están demasiado geniales, ni modo. De hecho, no las pego ahorita porque las paredes están muy sucias; de allí el deseo de pintar y reordenar.)
He estado pensando que ahora que termine de estudiar y busque un trabajo por mientras me largo de este lugar quisiera que fuera algo tranquilo y al mismo tiempo interesante. No sé qué tan buena sea la paga en esas revistas de “Casa y hogar” de El Heraldo, o hasta las ediciones de decoración de “Estilo” (me muero de la risa si termino trabajando para ellos), pero basándome en la calidad de sus publicaciones, su principal problema es que no cuentan con un arquitecto. Heme aquí. Tampoco estoy muy enterada si Tegucigalpa tiene empresas de decoración de interiores, pero tengo la impresión que eso me gustaría mucho. Otra de mis opciones era trabajar en un museo ya que quedaría bien para el tipo de maestrías a las que quiero aplicar. Acabo de hacer una encuesta para estudiantes de arquitectura donde preguntaban sobre si nuestra facultad ha hecho cambios curriculares debido a la crisis económica que enfrenta el mundo actualmente (carcajada contenida), si yo he pensado cómo adaptarme a estos tiempos difíciles. Son 6 años de no poder leer un libro sin interrupciones, de no poder salir, de tener que ver a las mismas personas todos los días, de ver truncados tus sueños de independencia por esa carrera taaaaan larga, pero cuando finalmente se terminan de verdad se abren muchas puertas, muchas puertas más que sólo asolearse en una construcción.
"I hope they cannot see
ReplyDeleteThe limitless potential
Living inside of me
To murder everything
I hope they cannot see
I am the Great Destroyer"
NIN, "The Great Destroyer"
Go ahead and smash up everything that has been established! Big hug 4 U.
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