Los primeros días no son tan traumáticos cuando no es tu primera vez. No es que sea el mismo lugar, o las mismas personas, pero uno entiende mejor el proceso y el protocolo. Hay una mejor idea de cómo vestirse y no hay pila de tierra arcillosa y andamios recién armados que puedan provocar terror esta vez. Uno empieza a apreciar los detalles, como lo genial que se ve una oficina cuando está ordenada, con cada gaveta etiquetada y clasificada para cierto tipo de objetos exclusivamente. Y las personas: lo mejor son las personas que no viven constantemente quejándose de sus vidas miserables y contagiándote su mala vibra. A ellos en realidad les gusta estar allí y más vale porque son jornadas interminables, lo que significa que la práctica va a durar menos tiempo.
Por una vez que encuentro una oficina en la que sí me gustaría estar me toca pasar en la construcción, de la que tampoco me puedo quejar porque es el Santo Grial de los estudiantes de arquitectura: un edificio recién empezado para una estudiante recién egresada. Y como toda buena historia de acción ya tiene un villano. El vecino que se opone al proyecto y pone furgones en la calle para que no pasen las concreteras el día que supuestamente se iban a fundir las zapatas. Pero la fundición es hasta mañana; anótese una victoria para los buenos de la película. Aún así, es emocionante tener a la policía, a las grúas de Tránsito que no pudieron llevarse los furgones, a unas fiscales que parecían estar extraviadas entre tantos hombres, y a mí, con mi casquito azul y mis tennis Mtv porque me rehúso a comprar de esos burros anti estéticos que todo mundo utiliza en las construcciones.
Todo es distinto, nuevo, increíble y aún así hay cosas que no cambian. Como esa manía detestable de dormirme en los escritorios frente a los jefes después de almorzar. Pero voy a mejorar; me voy a terminar de aprender los nombres de todos los ingenieros y los maestros de obra (son miles!), y voy a encontrar un balance entre vivir y trabajar.
Viendo hacia atrás es que comprendo las enseñanzas que quedaron de mi pésima previa experiencia laboral. En esos momentos quería que me atropellara una compactadora, pero ahora entiendo que probablemente no valoraría estos momentos si no hubiera sufrido tanto antes. Tal vez sea ese otro patrón, tener un primer intento fallido por completo y luego renacer de las cenizas, pero muy lejos de allí y de esa(s) persona(s).
Me alegra saber que de verdad está disfrutando este trabajo. Se escucha divertido y tal como dice el Santo Grial; me encantó la parte del casquito azul y los tenis, hahahahah divertidísimo!!
ReplyDeleteÁnimo, que se nota que esto va a ser algo buenísimo. Y me encanta la parte del villano :P que bueno que haya llegado la policía. Hahahaha
Fasten your seatbelts...
ReplyDeleteEnhroabuena Marcela, esto si que se lee emocionante, espero que la pases barbaro y bien chevere en el trabajito.
ReplyDeleteComo dijo el estimado Ragna, la parte del casquito y los tenis estuvo buenísimo, yo traté de comprarme unos burros pero estoy tan acostumbrado a los tennis que se me atrofian las pezuñas, aaah que chevere. Espero imagenes al respecto...ahi voy de "meticuloso".
Un fuerte abrazo y lo mejor siempre.
* y no te duermas en los escritorios después de comerciales