Tomando como base las tres biblias ya conocidas y el episodio de la huída de Sodoma por parte de Lot y su familia en el que su esposa se transforma en estatua de sal, veremos cómo las biblias moralizadas expresan las diferencias que deben haber entre el clérigo y los laicos. En la Biblia moralizada de Viena, de 1220, el medallón literal representa en el centro a la mujer de Lot en color blanco, ya transformada en estatua de sal. Se encuentra desnuda y la parte baja de su vientre está realzada lo que muestra que se le quiere asociar a la lujuria. Ella es el elemento que divide la destrucción de Sodoma de Lot y sus hijas. Sobre ella se ve el rostro de Cristo (reconocible por el nimbo crucífero). Lot y sus hijas suben una colina, es decir que se elevan física y espiritualmente. El medallón moralizado tiene una composición similar al literal: al centro un personaje, en este caso un monje negro, un benedictino, girado del lado de la ciudad, a las puertas de la cual hay unos personajes con quienes realiza una transacción comercial. En la ciudad se ven personajes que beben. En el eje de Lot se encuentra otro monje también benedictino que se aleja y se eleva. La oposición en este caso es de un monje que todavía está apegado a la vida urbana con respecto a otro que ha logrado escapar del mundo.
Esto simboliza una visión negativa de la cultura urbana: la ciudad y el desierto donde simbólicamente se refugiaban los monjes, son irreconciliables.
En la zona intermedia, la mujer de Lot mira hacia abajo, así como el monje todavía inclinado hacia las cosas materiales. Estos son personajes que no logran decidir: representan la incertidumbre entre dos modos de vida, son una imagen de la elección.
El Concilio de Letrán IV, entre 1215 y 1216, reafirmó la necesidad de distinguir a los clérigos de los laicos. Se impusieron varias reglas como el uso de ciertas vestimentas, las prohibiciones de actividades como el comercio, los juegos de azar, el estado de ebriedad. Y se dejó muy claro que era mucho mejor nunca haber conocido la vía del Señor, que conocerla y regresar atrás, ya que eso constituía la ruptura de un pacto con Dios. Los monjes que caían en eso eran considerados un fracaso.
La elección del monje negro en este caso es muy simbólica: los benedictinos eran la orden más antigua de la Iglesia y se tenía altas expectativas para ellos, expectativas que hacía que se fuera más estrictos con ellos, que se les perdone menos. Hecha unos treinta años después, la Biblia moralizada de Oxford, representa el mismo episodio con una distinta moralización. El medallón literal muestra a la mujer de Lot en el centro también, entre la destrucción de Sodoma y su familia que se elevan, pero muestra un contraste entre su desnudez que trata de esconder y el velo de novia que lleva en la cabeza. La moralización está compuesta en dos partes, pero no hay una correspondencia directa en el eje de la mujer de Lot. Del lado izquierdo, un monje negro realiza lo que parece ser una transacción con un laico, y ambos están asociados a un tablero de juegos. La escena se desarrolla en una ciudad, que se representa con las almenas de la misma.
A pesar que no hay correspondencia directa con la mujer de Lot, en el eje de este último se encuentra otro monje benedictino, que lleva en sus manos una carta y un halcón. El ave constituye un elemento que descarta por completo una posible asociación entre los dos personajes, ya que es un animal asociado a la caza, una actividad de los nobles prohibida a los clérigos.
Aquí es necesario recordar que la mayoría de los monjes en la Edad Media pertenecían justamente a la clase noble (lo que explica el vocabulario perteneciente al mundo de la guerra en los escritos monásticos). Las familias aristocráticas daban a sus hijos menores o a los más débiles a la Iglesia, pero estos muchachos tenían consciencia de su estatus y eran servidos por otros clérigos pertenecientes a las clases populares.
Este monje entonces, también está apegado al mundo secular.
En resumen, la imagen quiere expresar que la ciudad es el lugar de todos los vicios donde los monjes se sienten tan cómodos que pueden entrar y salir a su gusto. Es una imagen pesimista de la sociedad medieval, incluso de los religiosos, que se dejan corromper por la vida urbana. Es decir, la sociedad contemporánea es la nueva Sodoma.
Esta composición, donde un elemento es la antítesis de otro que se encuentra en otro medallón pero en su mismo eje, es un esquema raro en las biblias moralizadas. El último ejemplo es de la biblia moralizada hecha por los hermanos de Limbourg, 2 siglos después.El medallón literal muestra a la mujer de Lot, ya no en el eje central, de rodillas y convertida en estatua de sal. Su color es gris, el mismo de las cenizas de Sodoma, de las cuales está separada por un puente. La asociación entre la mujer y la ciudad de la perdición está reforzada por el texto que la menciona no como una estatua de sal, pero como una “nube” de sal. Sodoma se encuentra de frente y en oposición a una montaña, que es la que evoca la elevación espiritual de Lot en lugar de la colina en el suelo como en las imágenes anteriores. Lot por su parte, está vestido de blanco, color de la pureza. Hay un contraste también entre la postura firme de Lot, su rectitud, que simula la de la montaña, y la postura de la mujer y su estado de pecado, así como entre el color blanco y el gris que expresa dualidad, regresión espiritual. El medallón moralizado está compuesto en dos partes. A la izquierda un monje juega con un laico debajo de una estructura arquitectónica. Por el color blanco y negro de su túnica se deduce que es un dominicano.
Frente a un lago, un monje de túnica café se encuentra de rodillas. Este es un franciscano. Se ve un ave: un águila, que los bestiarios definen como un animal que sube hasta lo más alto para contemplar el sol porque no tiene párpados, pero debe enseguida sumergirse en las aguas regeneradoras. Es un símbolo de la melancolía, un estado de ánimo que sube y baja, una anomalía que podía afectar a los monjes que elegían la vida solitaria. Era algo muy mal visto en la Edad Media y se le asociaba al pecado de la pereza. El monje franciscano se aburre profundamente y no logra enfrentar la soledad de su estado.
En esta imagen ningún monje, ninguna orden representa la perfección, que al parecer no se encuentra en ninguna parte. En este caso Lot tampoco tiene un alter ego, y aquí el mensaje es que todas las órdenes religiosas son corruptas. En conclusión, las órdenes religiosas están integradas en la sociedad pero es su proximidad con los laicos lo que resulta en su decadencia.
Las biblias moralizadas contienen imágenes que denuncian los comportamientos de los clérigos, así como otras que los exaltan con respecto a los laicos. Siempre hay matices.
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