Exploración artística y “espiritual” a través del sexo. Con ella aprendí que hay cierta promiscuidad que representa una búsqueda interna, una que es asumida de forma consciente y que pretende derribar tabús no sólo físicos, sino también emocionales e intelectuales. Leer sus vívidas descripciones es impactante. Me hizo preguntarme si yo sería capaz de escribir mis propias experiencias, aún más, de dejar que otros las leyesen. Mi problema es que no he llegado a un punto en que asumo la sexualidad plenamente. Hay mucha culpa y vergüenza detrás. Vivo con mis papás, y no son precisamente abiertos ni tolerantes. No son capaces de hablar del tema si no es para regañar o mostrar cómo los demás cometen errores. Así que por un tiempo esa era una de las formas que yo tenía para rebelarme, para vengarme. Desde luego que nada bueno salió de eso, así que simplemente obvio por el momento toda esa área. Me digo a mí misma que necesito vivir sola y sentirme dueña de mis actos para no tener que sentir que traiciono o irrespeto a alguien, y por eso admiro tanto a esa mujer.
Siempre me pareció tan curioso que ella fuera contemporánea de Simone de Beauvoir y de Ayn Rand, y al mismo tiempo es tan diferente. De alguna forma Simone y Ayn no enfrentan el aspecto físico del ser humano como algo profundo. Mutilaron esa parte de su ser para obtener validación filosófica. Anaïs nunca se interesó por moralizar o dar un ejemplo: su objetivo fue siempre introspectivo. Su interés fue empaparse hasta el éxtasis de todo lo que se apareciera enfrente suyo, vivir intensamente sin preocuparse por nada y traducir sus experiencias en un diario. Desafió los límites de la decencia, del “deber hacer”. Acostarse con el papá que la abandonó a ella y a su familia cuando estaba muy joven, no fue un acto aberrado de locura temporal: en su vida tenía un significado, un deseo de cerrar ese capítulo. No se puede entender con una simple descripción. Es necesario leerlo, adentrarse en su psique, sumergirse en un universo muy diferente al que estamos acostumbrados a habitar.
Quisiera algún día ser tan libre como ella. Quisiera escribir un diario que fuera tan intenso y tan inspirador. Si algún día llego a tener hijas, así se llamaría la segunda de ellas. Pero le explicaría la razón de su nombre hasta que cumpla 21 años.
Siempre me pareció tan curioso que ella fuera contemporánea de Simone de Beauvoir y de Ayn Rand, y al mismo tiempo es tan diferente. De alguna forma Simone y Ayn no enfrentan el aspecto físico del ser humano como algo profundo. Mutilaron esa parte de su ser para obtener validación filosófica. Anaïs nunca se interesó por moralizar o dar un ejemplo: su objetivo fue siempre introspectivo. Su interés fue empaparse hasta el éxtasis de todo lo que se apareciera enfrente suyo, vivir intensamente sin preocuparse por nada y traducir sus experiencias en un diario. Desafió los límites de la decencia, del “deber hacer”. Acostarse con el papá que la abandonó a ella y a su familia cuando estaba muy joven, no fue un acto aberrado de locura temporal: en su vida tenía un significado, un deseo de cerrar ese capítulo. No se puede entender con una simple descripción. Es necesario leerlo, adentrarse en su psique, sumergirse en un universo muy diferente al que estamos acostumbrados a habitar.
Quisiera algún día ser tan libre como ella. Quisiera escribir un diario que fuera tan intenso y tan inspirador. Si algún día llego a tener hijas, así se llamaría la segunda de ellas. Pero le explicaría la razón de su nombre hasta que cumpla 21 años.
Cómo se llamaba el libro que me prestaron? Campanas de cristal y otros cuentos no se, algo asi, pero vaya que disfruté leer a Anais.
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