Siento que debo recoger los pedacitos de mi ser desparramados en el suelo, otra vez. La diferencia es que esta vez no sé por qué me siento así. Atribuyo mi tristeza permanente a películas, al exceso de ocupaciones y de muertes, pero la verdad no conozco la razón. Podría tratar de distraerme con los substitutos pobres, pero ya ni siquiera esos están a mano.
Podrías tratar distraerte con otros sustitutos. Quizás con aquellos que están tan cerca y realmente se preocupan porque estés de lo mejor. Animo niña, las flores son para los vivos. Una sola persona puede ser tu gran distractor, tu almohada de seguridad. Sólo es cuestión que querás. Muchas veces, simplemente hablar ayuda muchísimo. Si no, ¿cómo puedo agradecerte que me hayás escuchado ayer?
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